El ajuste de cuentas del antidivo

Paulo Alonso Lois
Paulo Alonso Lois REDACCIÓN / LA VOZ

DEPORTES

Dufner entierra en el PGA su fiasco final en el mismo torneo en el 2011

13 ago 2013 . Actualizado a las 07:00 h.

Camino de la casa club del Oak Hill Country Club, un abrazo. Recién convertido en el ganador del Campeonato de la PGA, Jason Dufner recibe la felicitación de Keegan Bradley, su amigo y su verdugo dos años antes en el mismo torneo. Entonces, en el Atlanta Athletic Club, Dufner dilapida una ventaja de cinco golpes en los cuatro últimos hoyos y se olvida de la Copa Wanamaker en favor de su íntimo. Comedido entonces y ahora, el nuevo vencedor representa al antidivo, y promete que el título no le cambiará. Instantes antes, después de embocar el último golpe, levantó ligeramente los brazos, cerró el puño y abrazó a su mujer, Amanda. Perfil bajo.

Dufner, que había empezado la última vuelta un golpe por detrás del también estadounidense Jim Furyk, más veterano y experto en situaciones de riesgo, llegó a los nueve últimos hoyos con dos impactos de ventaja. Hasta que en el 15 pudo evocar una imagen conocida, un par tres con la amenaza del agua a la derecha. Así había empezado dos años antes su hundimiento en el PGA de Atlanta. Esta vez, jugó conservador a la izquierda, enterró parte de sus miedos y el título ya no peligró más.

«El tiempo me ha devuelto el trofeo que perdí con Keegan», resumió Dufner, quien a los 36 años salta del vigésimo primer al octavo lugar del ránking mundial y que solo tenía dos victorias en su palmarés.

Dufner había logrado el viernes una vuelta legendaria de 63 golpes, récord del campo de Oak Hill y mejor registro en la historia de los grand slams. Toda la fanfarria afectó al estadounidense, un tipo introvertido: «El sábado fue muy duro para mí. Y sufrí mucho, llegué a temblar».

Contradictorio, capaz de regalar golpes muy precisos con los hierros en la última jornada, imaginativo para elegir las maderas para jugar a escasos centímetros del green y, en cambio, errático en putts de un metro. Frío y discreto, pero al mismo tiempo admirador de la excesiva estrella de la NBA Lebron James: «Veo mucho deporte por la televisión y en directo, también para comprobar cómo los grandes deportistas manejan la presión. Un ejemplo es Lebron James, que sufrió para ganar, pero siempre lo ve con confianza».

Dufner comenzó a jugar al golf en el campo donde trabajaba su madre, el Athletic Club de Weston Hills, en Fort Lauderdale. Empezó tarde, con 15 años, y luego se licenció en Económicas en la Universidad de Auburn. Confía en que el título no altere sus ritmos: «Cambiarán algunas cosas a mi alrededor, pero estoy decidido a que este triunfo no me cambie a mí».

Blixt, éxito con sello coruñés

Además de Furyk (-10), otros dos jugadores inquietaron a Dufner (-8), los suecos Henrik Stenson y Jonas Blixt (-7). El éxito de este último, en su segundo grande, tiene sello coruñés, pues entrena con Jorge Parada, profesional salido del Hércules Club de Golf, de Larín.

Tiger Woods y Phil Mickelson defraudaron, al terminar en los puestos 40 y 72. Entre los españoles los mejores fueron Miguel Ángel Jiménez y Rafa Cabrera, vigésimo novenos.