Paquillo Fernández se retira con las sombras de Jefferson y la «Operación Grial»

La Voz EFE | JOSÉ ANTONIO DIEGO

DEPORTES

KERIM OKTEN

A punto de cumplir los 35 años, se va del atletismo resignado al segundo puesto en Mundiales y Juegos Olímpicos

11 ene 2013 . Actualizado a las 19:16 h.

A punto de cumplir los 35 años, Paquillo Fernández se va del atletismo sin haber pisado la tierra prometida, resignado al segundo puesto en Mundiales y Juegos Olímpicos, batido tres veces por el ecuatoriano Jefferson Pérez en el mano a mano por la corona mundial y con su imagen arruinada por la Operación Grial.

El 10 de febrero del 2010, Paquillo confesó al Consejo Superior de Deportes «de manera voluntaria -advertía- y sin que se hubiera iniciado ningún procedimiento sancionador en su contra» haber estado en posesión de sustancias prohibidas. No hacía más que reconocer una realidad constatada por la Guardia Civil cuando registró su domicilio de Guadix y halló productos dopantes, entre ellos viales de EPO (eritropoietina) y hormonas.

Paquillo negó, sin embargo, haber consumido dichas sustancias. «Como consecuencia de los resultados deportivos obtenidos en los Juegos Olímpicos de Pekín y en el Campeonato del Mundo de Berlín, y ante la presión por recuperar el alto nivel competitivo, cayó en la tentación de adquirir productos prohibidos con la intención de intentar utilizarlos en las principales competiciones que se iban a celebrar durante el año 2010. Afortunadamente, esos productos nunca han llegado a ser utilizados», explicaba.

Pero la mera posesión de esos productos prohibidos constituye una infracción de dopaje en el código de la Agencia Mundial Antidopaje (AMA). El marchador granadino fue suspendido por dos años. Cuando el Comité Español de Disciplina Deportiva (CEDD) le aplicó una reducción de un año por colaboración con la investigación, Paquillo fue señalado como el «chivato» de la Operación Galgo, que en diciembre de 2010 estremeció los cimientos del atletismo español con el registro del domicilio de Marta Domínguez, posteriormente exculpada de todos los cargos de dopaje.

Paquillo se apresuró, una vez más, a negarlo. «Desmiento cualquier tipo de colaboración. Yo no he hablado de Marta ni de su entorno ni de ninguna otra persona. Se ha dicho que he colaborado para delatar a Marta y eso es incierto». La IAAF no aceptó la reducción y trasladó la patata caliente al Tribunal de Arbitraje Deportivo (TAS), que le obligó a cumplir los dos años. Paquillo regresó a la competición, pero ya no fue ni la sombra de los que había sido.

El marchador granadino, que se había labrado una sólida reputación al convertirse en 2007, tras su segundo puesto en el Mundial de Osaka, en el atleta español con mayor número de medallas en campeonatos internacionales (siete), tuvo que debatirse, en el último tramo de su brillante carrera deportiva, entre disculpas y confesiones, sumido en el descrédito.

En 2004 su carrera ya se había estremecido por motivos personales. En abril murió de cáncer su entrenador, Manuel Alcalde, y sólo después consiguió en Atenas su única medalla olímpica, la de plata. Esta vez le batió un italiano, Ivano Brugnetti.

Pero su «bestia negra», el hombre que le privó tres veces del título mundial, fue el ecuatoriano Jefferson Pérez, al que sólo pudo batir en la Copa del Mundo de La Coruña 2006 y a quien siempre reconoció como número uno.

Paquillo nació en el antiguo Hospital Viejo de Guadix el 5 de marzo de 1977 en el seno de una familia obrera, el más pequeño de cuatro hermanos.

Se inició en el atletismo en 1987. Su entrenador, el entonces marchador Manuel Alcalde, preparaba en Guadix sus competiciones internacionales y al mismo tiempo supervisaba el trabajo de las escuelas de atletismo.

En 1996 ganó todos los campeonatos nacionales españoles y fue campeón mundial júnior. En 1998 dio el gran salto. Ganó en primavera la Copa de Europa en Eslovaquia y con 21 años obtuvo medalla de bronce en los Europeos absolutos de Budapest. Ya estaba en la elite mundial.

En los Mundiales de Sevilla'99 estaba llamado a subir al podio, pero la presión de los medios pudo con él. Paquillo sólo pudo ser decimosexto. Fue un golpe duro, el «dichoso Mundial de Sevilla», como lo definió él mismo.

En los Juegos de Sydney 2000 logró un séptimo puesto que le supo a poco, y en los Mundiales de Edmonton, en el peor año de su vida tanto en el plano personal como en el deportivo, abandonó la prueba.

La enfermedad de Alcalde se había reproducido. Hubo de esperar a los Europeos de Múnich en 2002 para vivir su verdadera explosión.

El 6 de agosto, Paquillo rentabilizó el esfuerzo realizado en largas sesiones de fondo y de gimnasio para adoptar el modelo del más grande de todos los tiempos, el polaco Robert Korzeniowski.

Junto con Alcalde, notablemente recuperado de su enfermedad, habían decidido cambiar de rumbo. Frente a la escuela mexicana de marcha, elástica, de movimientos flexibles y riesgo permanente de descalificación por el bote, eligieron la solidez de la escuela rusa y del gran patrón polaco.

El objetivo consistía en fortalecer el tren superior, muscular más el torso para que las piernas se deslizaran más fácilmente sobre el asfalto. Marchaba ahora colgado de su propio torso, pegado al suelo, como Korzeniowski.

Cuatro meses antes, Paquillo había batido el récord mundial de los 20 km con un tiempo de 1h17:22. Korzeniowski, que competía con él ese día en Turku (Finlandia), arrojó la toalla. El granadino iba demasiado rápido incluso para él.

Jefferson Pérez se cruzó en su camino en tres Mundiales consecutivos: París 2003, Gotemburgo 2005 y Osaka 2007. Paquillo sólo pudo degustar el oro en campeonatos de Europa: Múnich 2002 y Gotemburgo 2006.

Ahora se va, definitivamente, porque no tiene «la motivación para seguir luchando y peleando con los mejores». Pudo haber sido el más grande marchador español de la historia, pero Jefferson Pérez y la operación Grial le pusieron en su sitio.