Resulta penoso tener que disputarle a Djukic, sino el derecho a la permanencia porque en la Liga está todo por ver, la supremacía en el partido del lunes, en donde Valladolid y Deportivo tratarán de sumar 3 puntos cuyo valor está aún lejos de poder calcularse. Sabida es la influencia entre ganar o perder, pero tampoco lo que suceda podrá calificarse como normal para el perdedor, aunque esto no es óbice para la lamentación por ver al Deportivo enfrentándose al equipo que entrena este ex-deportivista quien sigue gozando del afecto que él se ganó en Riazor durante su época de blanquiazul.
Djukic aparecía ayer retratado, tal como era y continua siéndolo, en la entrevista publicada en La Voz de Galicia, en donde se recalcó una frase del ahora rival que no pasó inadvertida para el aficionado coruñés: «Deseo con todo mi corazón que el Deportivo se salve». Seguro que no lo dijo para quedar bien, sino que a Djukic le salió porque así lo siente.
Faltan dos tercios del campeonato y, al margen del resultado del lunes, espero que Djukic termine viendo cumplido su deseo no solo con la permanencia del Deportivo sino que el éxito profesional le acompañe en el Valladolid o en el equipo que dirija. El hombre se lo merece.