Dos tiburones en la misma piscina

Lorena García Calvo
Lorena García Calvo REDACCIÓN / LA VOZ

DEPORTES

Phelps y Lochte estrenan duelo en los 400 metros, en su particular lucha por reinar en el agua

28 jul 2012 . Actualizado a las 22:49 h.

Tocó el cielo con las manos como ningún otro hombre lo había hecho antes. Forjó su leyenda a base de metales de oro y récords, y ahora, cuatro años después de los Juegos de Pekín, Michael Phelps se enfrenta al último reto: convertirse en el deportista olímpico más laureado de la historia. Lo conseguirá. Seguro. Se ha pasado la mitad de su vida haciendo posible lo imposible, así que superar las 18 medallas de Larisa Latinyna está al alcance de su mano. Otro cantar será si se va de los Juegos como el rey de la piscina, o si su compañero Ryan Lochte le arrebata el cetro y los focos.

El calendario de natación no podía tener mejor arranque. El primer duelo entre Phelps y Lochte. Los 400 metros estilos (las series comienzan a las 10.00 horas; y la final será a las 20.30 horas). Phelps ostenta el récord del mundo (4:03.84 en Pekín), pero ha tenido que encajar como Lochte subía a lo más alto del podio en los dos últimos Mundiales y en los trials de junio. Entonces la diferencia fue de 83 centésimas. Hoy, ya se verá. Lochte cotiza al alza, pero Phelps es Phelps.

A Lochte le ha tocado crecer a la sombra del mito Phelps. Pero se ha cansado. Quiere dejar de ser príncipe y colocarse la corona. Tras la apoteosis de Pekín, el tiburón Baltimore perdió la chispa por competir y se limitó a entrenar a medio gas. En medio de ese vacío de poder emergió la figura de Lochte. Fue la estrella en los mundiales de Roma y Shanghái y por primera vez en muchos años se atisbó la posibilidad de que alguien plantase cara al deportista de los ocho oros. Desde entonces, la lucha por el título oficioso de mejor nadador no ha hecho más que alimentarse.

Durante el último año y medio Phelps ha retomado la exigencia máxima y ha recuperado el ánimo de ganar. Su preparación ha sido diferente a la de Pekín, pero a nadie se le escapa que no irá a Londres de paseo. Querrá oros, y querrá récords. Porque así es como entiende la competición. Adora ganar, pero sobre todo, no soporta perder.

Lochte, mientras tanto, llega al Centro Acuático en su punto culminante. Más fiel que nunca a su lema de «Go big, or go home», es decir, alcanzar lo más grande, o irse a casa. El rival de Phelps se ha pasado los últimos años reorientando su vida. Construyéndose. El cuerpo del de Baltimore nació para nadar. El de Lochte se ha forjado a base de trabajo. Tras Pekín, modeló su físico con ejercicios de strongman, levantando neumáticos o arrastrando cadenas. Todo para transformarse en una máquina capaz de disputar la gloria al rey del Olimpo.