El Obradoiro no tiene fronteras

M.G. REIGOSA SANTIAGO / LA VOZ

DEPORTES

cedida

Tres seguidores explican cómo viven su pasión por el equipo en la distancia

15 may 2012 . Actualizado a las 12:13 h.

«El partido contra el Valencia me tocó seguirlo sola en casa por culpa de la diferencia horaria (7 horas) y cuando acabó aquí eran apenas las 3 de la tarde. Seguía constantemente las actualizaciones de www.acb.com, el Facebook y el Twitter oficial del Obradoiro. Pero al final del encuentro iban tan lentas que me conecté con mi padre por Skype y le pedí que apuntara con la cámara de su portátil a la televisión. Así, de forma rudimentaria pero efectiva, pude ver los últimos minutos. Cuando acabó, llamé a Rubén al trabajo para informarle del resultado y luego me fui a buscar a los niños vestida con la camiseta del Obra. Y el mayor, nada más verme, comenzó a dar saltos de alegría al darse cuenta de que habían ganado».

Quien suscribe este breve relato escribe desde Panamá. Hasta allí se tuvieron que trasladar Marta Cereijo y su familia por motivos laborales, y es evidente que la distancia no hace el olvido ni resta pasión por un deporte y un equipo que viven su curso más dulce, después de más de cuarenta años de historia e infinitos avatares.

A mil kilómetros de distancia, en Valencia, y a dos mil, en Múnich, la puesta en escena no es exactamente la misma, pero la esencia sí. En una y otra ciudad han recalado los hermanos González Otero: Ismael cursa estudios de Ingeniería Electrónica a orillas del Turia; Begoña disfruta de una beca de investigación del Gobierno alemán en el Max Planck Institute, a orillas del Isar.

Vítores pero sin fuente

A Ismael le tocó vivir en Valencia Obradoiro-Valencia del Sar. Así lo describe: «Fue de las victorias más disfrutadas, junto con la del ascenso del año pasado. Los vecinos debían estar un poco alucinados al oírme celebrar las canastas de Oriol. El Valencia de fútbol jugaba dos horas después (la vuelta de la semifinal ante el Atlético). Y por Canal Nou daban al Lucentum». Tenía localizada una fuente para la celebración, «la de Burjassot», pero en última instancia optó por un festejo más doméstico, sin mojaduras.

Begoña siguió el partido clave por la permanencia a través de Internet, sin perder de vista las redes sociales. Pudo presenciar en directo los encuentros ante el Estudiantes y el Valladolid (este junto a su hermano), ya que le coincidió con un Máster en Alicante y no dudó en cuadrar la agenda para atender los dos frentes, el laboral y el deportivo. Y también agarró la oportunidad de vivir en directo el último encuentro en Sar: «De ese día me quedo con muchas imágenes, pero sobre todo con una, en las celebraciones tras el partido. Vi a padres llamando a sus hijos para volver a casa, y vi a los chavales diciendo que no se movían hasta que se acabase todo. Es esperanzador, un síntoma claro de que hay futuro».

Para Marta y Begoña no resulta nada sencillo seguir los partidos en la pantalla. Solo tienen la opción de Internet, y no siempre es fácil encontrar un enlace.

Marta lamenta que «ningún canal internacional español ofrezca baloncesto de la ACB». Pero no desespera: «Quizás algún día TVG incluya algo en su canal para América o se pueda ver en directo la TVG2 a través de Internet sin recurrir a portales de retransmisiones deportivas en streaming con mala señal y caídas constantes».

Y Begoña lo suscribe: «Es una pena que para ver partidos de la segunda mejor liga del mundo haya que buscar soluciones alternativas en Internet».

«Me conecté con mi padre por Skype y le pedí que apuntara a la televisión para ver el final del partido ante el Valencia»

«No hay comparación posible entre ver al Obra en casa o en otro recinto, el ambiente en el Multiusos es insuperable»

«Escuchar el Miudiño desde Alemania es impresionante; ante el Zaragoza, en Sar, se me encogió la garganta»