Un gol en propia meta y un misil de Lassad premian al Dépor y castigan la valiente apuesta celeste
14 nov 2011 . Actualizado a las 18:24 h.El misterio consistía en saber qué conejo de la chistera se sacaría José Luis Oltra para encontrar una solución a las bajas de Jesús Vázquez y Guardado, pero el truco se fraguó en la cocina de Paco Herrera. Nadie esperaba un Celta con tanto jugador de corte ofensivo en el arranque (De Lucas, Bermejo, Iago Aspas, David Rodríguez), una audacia de la que quizá ya se haya arrepentido. Un vistazo ventajista traduciría la intención del técnico celeste de tan valiente como suicida. El resultado, un choque a todo trapo, sin concesiones, siempre emotivo . Pero con la intención no es suficiente. A los tres minutos, el Dépor se adelantó con un gol en propia meta, una situación inesperada para condicionar un partido grande, un duelo con el doble premio de tumbar al máximo rival y acercarse al grupo de cabeza.
Iniciativa celeste
Con el tanto, el Dépor tuvo la excusa perfecta para esperar a su rival, para cederle la iniciativa y aguardar las contras. O, ya en la segunda parte, para congelar el juego y que Valerón ejerciera de maestro de ceremonias. En apenas ocho minutos, los iniciales, Valerón ya había tenido tres grandes apariciones (una de ellas, en la jugada del gol) y al segundo amago, Oier también supo que le esperaba una mala noche ante el mejor Salomao del último mes. El portugués, hasta que le aguantó el físico, torturó al lateral derecho celeste, un agujero en el que una y otra vez insistió el Deportivo. Valerón, la profundidad de Salomão y un Juan Domínguez que sí sabe qué hacer con el balón, vertical y capaz de asociarse con el canario, fueron las mejores noticias de un Deportivo tan largo como inquieto. El canterano se ganó una oportunidad para el futuro.
El aparente galimatías celeste, pese a despreciar las bandas, amenazó a Aranzubia, pero se olvidó del remate hasta el descuento de la primera parte. Solo una gran parada de Aranzubia cuyo rechace mandó a las nubes De Lucas. Poco bagaje para tanto delantero.
Marcha atrás
Paco Herrera desanduvo el camino en la segunda parte. Acabó con un once más cercano a lo que Riazor esperaba. Aunque obligado a remontar, mandó a Bermejo y David Rodríguez al banquillo. Puso gran parte de la pólvora en juego en el inicio y cuando necesitó más madera aparecieron Joan Tomás y Orellana. El chileno fue una amenaza constante para la zaga blanquiazul, un agitador que cambió el signo del partido en dos ocasiones. La primera, cuando su porfía encontró el premio a diez minutos para el final. La segunda cuando, después de revolucionar el ataque visitante, se encargó de tirar por la borda todo el trabajo al perder un balón en su campo; mérito de Laure. El misil de Lassad fue un digno desenlace para un choque igualado, tenso y brillante a veces.
Un sedante para Oltra. Un dolor de cabeza para Herrera. El técnico deportivista verá ahora el futuro con más optimismo. Está cerca de los dos puestos de ascenso, comienza a recuperar lesionados y ganó su primer derbi gallego. Herrera lamentará las ocasiones desperdiciadas, pero el resultado le obliga a darle vueltas a su once inicial, más propio de un final agónico que de un arranque en Riazor. Más valiente y generoso que práctico.