Aunque el rostro de Evans parece inmune a los sentimientos, cuando se enfundó el amarillo besó el peluche con el que premian al líder. Apenas podía contener las lágrimas. Passerini confiesa que hay otro día cuyo recuerdo siempre emociona a ambos. Se refiere al Mundial de Mendrisio, en el 2009. Evans ganó, se vistió el maillot arco-iris y se alejó de sus propios fantasmas. Dio un gran paso en ese viaje que duró veinte años.
cadel evans ganador del tour 2011