El delantero de los sueños rotos

Jose Valencia FERROL/LA VOZ.

DEPORTES

Al racinguista Felipe lo entrenó Del Bosque, compartió vestuario con Samuel Eto'o y ahora es el pichichi de Tercera

26 dic 2010 . Actualizado a las 02:08 h.

El delantero racinguista Felipe Rodríguez, pichichi de la Tercera División, nació en Inglaterra, la cuna del fútbol. Sus abuelos, primero y posteriormente sus padres, trabajaban en Londres como emigrantes. A los cinco años toda la familia regresó a Galicia, ya que decidieron montar un restaurante en Lalín. En esa localidad, Felipe comenzó a practicar el fútbol. Jugaba en una categoría por encima de la que le correspondía y llamó la atención. Cuando solo tenía 16 años y medía casi 1,90, Real Madrid, Deportivo, Celta, Sporting de Gijón y Compostela, entre otros, se peleaban por él. Evidentemente, fue el Real Madrid el que se llevó el gato al agua.

Llegó a la ciudad deportiva madridista cargado de ilusiones, casi cegado por el éxito que suponía vestir la camiseta blanca aunque fuera con el equipo de la División de Honor de juveniles. En los primeros meses lo entrenó Vicente del Bosque, aunque posteriormente se encargó de él Antolínez, ya que el seleccionador español se convirtió en el mandamás de la cantera merengue.

Fueron dos años de relumbrón. Compartía habitación con Corona, que ahora juega con el Almería en Primera División, y entre sus compañeros estaban Camuñas, Pavón, Mista, Samuel Eto'o y Raúl Bravo.

Las canteras de los grandes equipos están muy bien, aunque son trituradoras de jugadores y de sueños. Al acabar su etapa de juveniles había mucha gente para subir al Real Madrid C, por lo que le ofrecieron irse cedido al Móstoles. Prefirió volverse a casa; era la etapa dorada de un Lalín que brillaba con luz propia en la Segunda B.

Le llegó una segunda oportunidad en el Onda, filial del Villarreal, e incluso estuvo a punto de fichar por el Castellón. Esta vez se cruzó en su camino una lesión de rodilla. Por segunda vez, sus sueños se esfumaron. Después jugó en el Reus de Tarragona, Mazarrón de Murcia y regresó a Galicia para militar en el Negreira de Gelucho, en donde dice que fue el club en que peor lo trataron.

Otros jugadores

El fútbol gallego está plagado de casos como el de Felipe, futbolistas que se han quedado a las puertas del éxito. Javier Tomé, que ya no juega al fútbol, estuvo nueve años en la cantera del Barça; lo mismo que Moisés Pereiro, ahora en el Montañeros, Trashorras, en el Celta o Jonathan Pereira, en el Betis. Brillaron en La Masía, tuvieron el mismo entrenador de Iniesta, Mesi, Xavi, pero... no triunfaron.

Felipe ya no mira atrás, tocó el éxito con los dedos de su mano pero no pudo agarrarse: «Yo no iba para figura, al menos ahora no lo siento así. Hay muchos jugadores buenos por España adelante y para triunfar se necesita mucha suerte. En el fútbol hay que tener unas buenas condiciones, pero en un porcentaje muy alto interviene la suerte. Estar allí en el momento adecuado, que alguien apueste por ti y te ofrezca confianza. Al menos es la conclusión a la que yo llegué con el paso de los años, aunque ya no pienso en lo que pudo ser», señala el jugador.