El Ejército, al rescate de Corea

Enrique Yunta YEONGAM/COLPISA.

DEPORTES

21 oct 2010 . Actualizado a las 02:00 h.

Corea corre serio peligro de pillarse los dedos. Recién llegada al negocio de Bernie Ecclestone, que ve oportunidades en cualquier rincón del planeta que asoma con dólares por delante, esta emergente potencia asiática (quinto país del mundo en producción de automóviles) trabaja a contrarreloj con la ayuda del Ejército para que el circuito de Yeongam se presente, cuanto menos, apañado a los ojos del mundo, expectante con las últimas curvas de un campeonato del mundo que se ha vuelto frenético y que se presenta más emocionante que nunca.

Al sur del sur de Corea del Sur, Yeongam todavía está a medio acabar pese a que selló su contrato hace más de un año. Sin embargo, hasta hace cuatro días, como quien dice, mantenía a la gente de la fórmula 1 angustiada, ya que todo lo que envuelve a este gran premio es un misterio. Todos parten a ciegas salvo Karun Chandhok, que dio un par de vueltas con un Red Bull hace unas cuantas semanas. De ahí que cualquier quiniela es pretenciosa, ya que nadie sabe a ciencia cierta a quién beneficia este trazado. «Será apasionante», revela Hermann Tilke, diseñador de los diseñadores que ha dibujado también el de Corea. En Ferrari, con Fernando Alonso poniendo el intermitente para superar a Mark Webber en el esprint final, conviven con la esperanza.

Generosa con el lujo, la fórmula 1 choca de frente con la logística que conlleva viajar a este punto del globo. Casi toda la parrilla, salvo los pilotos, está instalada en Mokpo, ciudad dormitorio cerca de Gwanju -donde perdió España en el Mundial del 2002 para acordarse de por vida de Al Ghandour-, que te recibe con un aluvión de cruces cristianas y que, aparentemente y a la luz de la noche, desconoce por completo lo que se avecina este fin de semana.

A unos 15 kilómetros está el circuito, en el que este miércoles se empleaban a jornada completa de 24 horas los soldados del Ejército, encargados de colocar las butacas en su sitio mientras que la maquinaria pesada trabajaba a marchas forzadas en la pista.