Casado firma la carrera perfecta

Xosé Ramón Castro
X. R. Castro REDACCIÓN/LA VOZ.

DEPORTES

31 jul 2010 . Actualizado a las 02:00 h.

No hubo triplete en los 1.500 metros, pero dos medallas no están nada mal. Máxime si van acompañadas de un título de campeón de Europa. Porque Arturo Casado, la eterna promesa madrileña, explotó en suelo barcelonés para ganar con una autoridad imperial. Corriendo el último parcial en 51.9 segundos, como los grandes. El bronce fue para Manuel Olmedo, que subió al podio desde el sótano del grupo. El único que se quedó en blanco fue Reyes Estévez. Injusto a todas luces porque fue el catalán quien llevó el peso de toda la carrera. La plata hubiese sido un buen premio para sus méritos, pero se le arrebató un anónimo: el alemán Caster Schalger.

Arturo Casado (Madrid, 1983) fue bendecido por Sebastian Coe el día que le vio correr. El británico, una leyenda viva de la distancia, le aventuró larga vida en el podio a un atleta con una planta imponente, una piernas portentosas y con la cabeza amueblada. Sin embargo, fue el padre de Coe, Peter, quien le enseñó el camino con un libro. Harto de fracasos en las grandes citas al aire libre -ya conocía el sabor del bronce continental en sala- obvió el invierno y lo apostó todo a la temporada estival. Pleno. Porque ayer en Barcelona firmó la carrera perfecta.

En una prueba lenta en su génesis, se dejó ver en el arranque, pero detrás de Reyes Estévez. Permitió que su compañero llevase el peso de la prueba y cuando comenzaron las escaramuzas se enganchó a la cuerda sin ninguna intención de soltarla. Hasta aquí, algo habitual en él. Pero lo que nadie esperaba, ni sus rivales ni sus compañeros, fue su hachazo descomunal cuando dejó atrás la última curva. Firmó un 400 metros final en poco más de 51 segundos y entró con una ventaja sideral en la meta. Un triunfo sin discusión. Como los de Coe.

La remontada

Por atrás, como una centella llegó Olmedo. Doscientos metros antes de la meta nadie daría ni un céntimo por la suerte del campeón de España de la distancia, pero su largo esprint final le permitió engullir a cuantos rivales se topó por el camino. Muy atrás, tuvo incluso que invadir la calle cuatro, pero daba igual. Estaba lanzado en busca del premio mayor y atrapó el bronce. Y si la carrera dura un metro más sería plata.

Ese metal sería una justa recompensa al trabajo de Reyes Estévez. El catalán, el más veterano de los españoles, buscó el oro con decisión desde la primera zancada y gobernó con arrojo gran parte de la carrera. Tampoco se desfondó cuando se iniciaron las hostilidades, sino que mantuvo el tipo hasta el último centímetro. Pero le faltó una pizca para entrar en un podio que hubiese sido monocolor.

Un alemán con el que nadie contaba impidió que por primera vez en la historia de la distancia España redondease el triplete que tanto anhela. En Helsinki 94 Fermín Cacho y Viciosa encabezaron el podio, cuatro años más tarde en Budapest Reyes y Cacho fueron primero y tercero. Como ayer. Seguro que a la cuarta va la vencida.