Los pulgares que mueven el gran circo

DEPORTES

Alonso gestiona los mandos de su coche con dos dedos que valen diez millones

28 abr 2010 . Actualizado a las 02:03 h.

En el gran circo de la fórmula 1, los pulgares son casi tan importantes como lo eran los del emperador. Los de Fernando Alonso han sido asegurados en diez millones de euros. La operación, además de ser el gancho de una campaña publicitaria del banco que patrocina al asturiano y a Ferrari, es un guiño a los dos dedos que pulsan la mayor parte de las teclas de la fórmula 1. Los pulgares descansan en los radios del volante, ávidos de decisiones. Gestionar el ordenador central, limitar la velocidad para entrar en el pit-lane , controlar la comunicación por radio... Todos sus movimientos son trascendentales. En el 2007, en el Gran Premio de Brasil, a Lewis Hamilton le traicionó su carácter impulsivo y su pulgar izquierdo pulsó el botón equivocado y su coche perdió potencia de forma repentina. Fue su tumba en el Mundial. Pero el piloto británico no fue el único en cometer un fallo de este tipo. A Heikki Kovalainen le sucedió lo mismo en la temporada del 2008, durante la disputa del Gran Premio de Australia.

Antes que Alonso, muchos otros deportistas han asegurado partes de su cuerpo fundamentales en la práctica de su disciplina con acuerdos que, al igual que el del asturiano, navegaban entre la búsqueda de repercusión mediática para un patrocinador o el propio deportista y el blindaje más bien simbólico de su futuro al darle valor a aquella parte con la que supuestamente se expresa el talento sobre el terreno de juego, la pista o la cancha.

Como suele suceder en otros apartados, el fútbol ofrece las cifras más escandalosas. El Real Madrid, en una de estas jugadas de cara a la galería, aseguró las piernas de su fichaje más caro, el portugués Cristiano Ronaldo, en unos 100 millones de euros. En su momento, las extremidades inferiores del barcelonista Leo Messi fueron valoradas en unos 50 millones. Y eso que entonces, en el 2007, el argentino no estaba considerado el indiscutible número uno. Anteriormente, cuando su cotización era más alta y su juego más brillante, el brasileño Ronaldinho situaba las suyas en unos 10 millones.

El cuerpo de Beckham

El inglés David Beckham, quizás consciente de sus grandes beneficios procedían de campañas publicitarias de Armani y otras empresas en las que lucía bastante más que las piernas, firmó una póliza cifrada en unos 120 millones de euros.

Los porteros también entran en este juego. Iker Casillas, para promocionar la firma de seguros que anunciaba, aseguró sus manos en 7,5 millones.

La cantidad de dinero establecida en las pólizas no siempre está relacionada con los éxitos deportivos. La tenista rusa Ana Kournikova lo demostró. Porque decidió firmar un acuerdo que establecía que cobraría unos 3,4 millones de euros si se dañaban gravemente sus brazos.

El caso de Garbajosa

Distinto fue el caso de Jorge Garbajosa. Porque no había componentes publicitarios en su póliza. El jugador de baloncesto quería disputar el Eurobasket de Madrid, pero los Toronto Raptors se oponían porque temían que el español se resintiera de su lesión de tobillo al disputar el torneo continental. La Federación Española de Baloncesto firmó un acuerdo con una aseguradora madrileña para que la franquicia de la NBA percibiera 600.000 euros en caso de que Garbajosa sufriera este problema físico. Era una especie de indemnización pactada por el posible desgaste físico del jugador.

Los deportistas no siempre consiguen su objetivo cuando buscan un acuerdo serio que les permita obtener un beneficio económico en caso de accidente. Al parecer, hace tiempo que una potente firma internacional desestimó la petición del alemán Michael Schumacher de asegurar todo su cuerpo por si se lesionaba durante la competición. La empresa aseguradora, después de evaluar los pros y los contras, consideró que el mito de la fórmula 1, a pesar de su pericia al volante, practicaba una disciplina de riesgo extremo y no aceptó rubricar un acuerdo global. Quizás la multinacional sí hubiera aceptado si Schumacher se limitara a los pulgares, como hizo Fernando Alonso.