El tratamiento se completó ayer mismo con una infiltración en la articulación que debe poner fin a los dolores y permitir al fin al compostelano entrenar con normalidad. De entrada, se quedará una semana en Madrid iniciando la puesta a punto bajo la supervisión de los médicos y si las molestias están superadas regresará a Santiago con sus plantillas para entregarse a la liturgia del entrenamiento. Si todo sigue su curso le espera el maratón del Europeo de Barcelona. Si logra estar en la salida habrá olvidado las recaídas, los dolores y los nueve meses alejado del asfalto y del barro. «Correr me da vida, pero necesito competir», dice en su blog. Aunque sea con un fémur más corto.