El último aliento para los escaladores

DEPORTES

La montaña se despide hoy con el puerto de Navacerrada, uno de los favoritos de Mosquera, como protagonista

18 sep 2009 . Actualizado a las 02:19 h.

«Me gusta Navacerrada. Si la etapa acabara arriba... Si no tuviera el cuerpo castigado por los golpes... Si hiciera mal tiempo....». Después de dos graves caídas y de una sanción draconiana, la Vuelta de Ezequiel Mosquera se escribe con líneas torcidas. Condicionales y futuros imperfectos. Hoy afrontará la última batalla en su terreno con un recorrido de 179,8 kilómetros y dos pasos por una de sus cumbres favoritas: Navacerrada. Allí venció el año pasado en la Clásica de Alcobendas. «A ver cómo va el gambómetro . Si las piernas responden, lo intentaremos. Y si no, a aguantar. Va a haber otros que también intentarán moverse», señala el gallego.

El último paseo por las alturas será un baile bajo la lluvia, según las previsiones. Incluye el Puerto de Léon, una ascensión a Navacerrada por la vertiente segoviana, La Morcuera, una nueva subida a Navacerrada, y unos 18 kilómetros de descenso hasta La Granja. Son 18 kilómetros finales que Mosquera borraría del mapa. Y que pintan bien para Samuel Sánchez. «Samuel será un ciclista muy peligroso. Seguro que arrancará antes de coronar para tirarse hacia abajo. Es un descenso con muchas herraduras y yo no tengo la cabeza como para asumir riesgos en las bajadas...», dice Mosquera.

El líder del Xacobeo todavía se recupera de los golpes sufridos su última caída cuando, camino de Talavera de la Reina, se fue al suelo y se quedó desorientado. Ayer resistió entre los grandes. «Al principio iba relativamente tocado, pero fui pasando el día», comenta. Confiesa que bajando el puerto de Mijares «iba levantando el culo del sillín y con los brazos semi flexionados para amortiguar los botes y evitar que la cabeza fuera dando tumbos». Asegura que «no podía ni mirar atrás».

Señala que no tuvo «las sensaciones que llevaba antes de la caída», que eran muy buenas. «Pero, para el fogonazo que me di, no fue mal del todo, no me quejo», apunta. Sí vio «un poco tocado con dos cortes en la rodilla» a Robert Gesink, segundo en la general y la otra víctima ilustre de la montonera de la jornada anterior.

Indica que el Alto Collado Mediano «no fue la emboscada que todos se temían» y cuenta que fue arropado en todo momento por sus compañeros. «Al final, me colocó Van Velosen [Veloso] de cara al esprint. En la zona de rotondas el pelotón se estira mucho y nadie te toca las narices», relata.

Cedió un segundo con Alejandro Valverde, Samuel Sánchez y Cadel Evans. Más de nueve minutos antes había cruzado la línea de meta el sorprendente vencedor, el irlándes Philip Deignan (Cervélo). Para encontrar la última victoria de un irlandés en una etapa de la Vuelta hay que retroceder hasta Stephen Roche, en 1992. Deignan le ganó la partida a Roman Kreuziger después de una fuga en la que jugó sus cartas sin suerte el vasco David Herrero. La escapada no le dio un triunfo al Xacobeo, pero la renta lograda por Herrero afianza al equipo gallego en el liderato de la clasificación por equipos.