Otro día de perros para el Xacobeo

DEPORTES

Mosquera sufrió un fuerte golpe en la cabeza y a Rabuñal tuvieron que aplicarle doce grapas en un corte en la rodilla

17 sep 2009 . Actualizado a las 02:31 h.

El Xacobeo transita en esta Vuelta por una fina carretera que separa el cielo y el infierno. Intercala etapas épicas y partes de guerra. Y en este carrusel ayer tocó otro día de perros. Ezequiel Mosquera volvió a llevarse en su cuerpo las muescas de una caída. Su cabeza golpeó el suelo con violencia. Durante unos minutos el corredor quedó desorientado. Con su casco roto y la parte izquierda de su cuerpo erosionada por el asfalto. El maillot y el culotte desgarrados. Sangre en la rodilla, la cadera y el codo. Después de consultar con el médico de carrera continuó hacia el gran grupo, subido al tren de sus compañeros. Firmó el mismo tiempo que el vencedor, el francés Anthony Roux, superviviente de una fuga, que cruzó la línea de meta en una milagrosa primera posición, con el pelotón pegado a sus talones. Después, Mosquera fue llevado al hospital Nuestra Señora del Prado, de Talavera de la Reina. Allí un TAC cerebral descartó lesiones.

El impacto borró de la cabeza de Mosquera los detalles de la caída. Fue en el kilómetro 126, cuando quedaban casi setenta para el final. «Fue el primero en caerse de la montonera. Se le fue la mano del manillar, se golpeó el pecho y se fue al suelo. Dio un golpe muy fuerte con la cabeza. Vimos cómo se le partía el casco. Perdió el conocimiento, estaba totalmente desorientado», relata su compañero David García. El marinense explica que él frenó de forma brusca y que fue embestido por un ciclista del Quick Step. «Fue por mi culpa, el pobre se llevó más trompazo que yo», indica. Pero García también se llevó un souvenir . Tiene un tobillo inflamado.

Mosquera acudió al médico de carrera. El doctor, desde el coche, le hizo unas preguntas básicas al gallego para comprobar que no había más lagunas y lo tranquilizó.

El holandés Robert Gesink fue otro de los damnificados ilustres. El segundo clasificado en la general, otra víctima de la montonera, pasó por el hospital. Tenía dos heridas abiertas en la rodilla y una de ellas dejaba los tendones a la vista. Pero fue cosido y quiere estar hoy en la salida.

Gonzalo Rabuñal también necesitó una pequeña reconstrucción en la parte interior de su rodilla izquierda. Necesitó doce grapas. «En la bicicleta me va a molestar, pero mañana [por hoy] ya se verá», reconoce. El arteixán se fue a la cuneta después de que otros corredores frenaran delante. Se dio contra un ciclista del Andalucía y acabó en la cuneta. «Tuve que cortarme la pierna con una piedra, porque allí había muchas», explica. Al levantarse, la sangre le llegaba al tobillo.

Como Gesink, la intención de Rabuñal es estar hoy en carrera. «Sería una pena tener que retirarme ahora, porque me encontraba muy bien, las sensaciones mejoraban, como en el Giro de Italia», dice Rabuñal, que quiere llegar a Madrid en su primera Vuelta.

«Íbamos por un terreno comodísimo, mejor que el de la etapa anterior, que era pestosillo. Este era un día muy tranquilo. Demasiado tranquilo. Hasta que pasó lo que pasó. Entre esto y la caída de Lieja estamos hechos unos cromos», resume García.

El trazado se complica precisamente hoy, la primera de las dos jornadas de la sierra madrileña, un día en el que habían depositado sus esperanzas Mosquera y Rabuñal. «Es un terreno traicionero, retorcido, bueno para intentar meter a gente por delante, me hubiera gustado estar en otras condiciones», señala el arteixán. Serán 165 kilómetros entre Talavera de la Reina y Ávila con un perfil que invita a ataques lejanos, gestados en el puerto de Mijares, cuya cima está en el kilómetro 57. Será uno de los últimos escollos para Alejandro Valverde en su camino hacia Madrid.