Caída del dios Maradona en Asunción

DEPORTES

La derrota ante Paraguay deja a Argentina en puestos de repesca mundialista y acentúa las críticas a su técnico

11 sep 2009 . Actualizado a las 12:18 h.

Ahí andaba la Brujita sin magia. Mordiéndose el labio mientras Heinze, otro gran veterano sobre el campo, arengaba a los chicos: «¡Denle, que somos Argentina!». No debía sentirse muy Argentina Juan Sebastián Verón en esos momentos, después de tres cuartos de hora viendo pasar el balón por encima de su cabeza. En un partido sin manija que la albiceleste perdía desde el minuto 27, cuando el paraguayo Nelson Haedo Valdez puso el encuentro (y el Mundial) cuesta arriba al culminar una fenomenal contra a tres toques, con giro sobre sí mismo y asistencia de Salvador Cabañas.

Verón, último campeón de la Libertadores enrolado en el Estudiantes de La Plata, arrebató hace una temporada a Cabañas el trono de futbolista del año en el continente. El del América de México firmaba el desquite, mientras el pelao argentino se roía el belfo. Minutos después, la Brujita se borraba del todo con una patada de kárate que valía una segunda amarilla. Nadie lo notó sobre el césped. Sobraba con Gago y Mascherano para sostener una zona, la del mediocampo, en la que nunca pasó nada. Bueno, a veces cayeron por allí Messi o Agüero para arrancar en absurdas carreras en busca de la meta paraguaya.

Dos figuras del fútbol metidos a velocistas de obstáculos por gracia del dios Maradona, que no acertaba a comprender el espectáculo que se desarrollaba en el campo. Por turnos agitaba los brazos, se mesaba el cabello y miraba al banquillo en busca de soluciones. Tiró de Palermo y quitó al Kun, por aquello de ahorrarle el suplicio al yerno, que ni siquiera se atrevió a protestar el cambio. Todo siguió igual.

A Palermo nadie le puso un solo balón y Messi quedaba rodeado de contrarios en cuanto recibía el cuero. La urgencia era de los visitantes, pero todas las ocasiones caían para los locales, que además de hacer el gol se habían estrellado ya con los postes en un par de ocasiones. El partido murió con cuatro minutos de descuento en los que todo lo que hizo la albiceleste fue sacar tres veces de banda.

Paraguay, clasificada

Con el pitido final estalló el estadio Defensores del Chaco, con 35.000 gargantas jaleando el pase de los suyos al Mundial de Sudáfrica por la vía rápida. Argentina, mientras, caía en zona de repesca tras una racha estrepitosa en manos del barrilete cósmico (vuelve a estar más barrilete que nunca). Diez meses bajo la batuta del diez han dejado dos victorias oficiales (una ante la débil Venezuela y otra agónica frente a Colombia), tres derrotas consecutivas (Ecuador, Brasil y Paraguay) y una humillación de altura ante Bolivia, en La Paz.

Ahora, los argentinos no dependen de sí mismos para lograr la clasificación directa para el Mundial, aunque tendrán un aliado en el calendario. Restan dos partidos por disputarse y el primero será en casa, ante Perú, última de grupo y con solo dos encuentros ganados de los dieciséis disputados hasta ahora. Después, tocará rendir visita a Uruguay.

Son los uruguayos, precisamente, los que marchan en la sexta plaza, a un solo punto de sus vecinos, y suponen el más serio rival por entrar en puestos de clasificación. La repesca sería un mal menor, porque el quinto del grupo sudamericano se jugará el pase con el cuarto de la Concacaf, que ahora es Costa Rica. El cuarto puesto lo ocupa Ecuador, que aún debe medirse a Uruguay y Chile, que ahora es tercero. Las únicas selecciones que estarán seguro en Sudáfrica serán Brasil y la sorprendente Paraguay.

Los guaraníes, que alcanzan su cuarta fase final consecutiva, están dirigidos por un argentino, el Tata Martino, que lo ha ganado todo en la Liga paraguaya. Ayer los diarios de Asunción se deshacían en elogios a su técnico, que deseaba «de corazón» la clasificación para Sudáfrica del equipo de su país natal.

Una selección que el Pelusa ha prometido seguir gobernando «mientras tenga una gota de sangre». «No le tengo miedo a las críticas», aseguró al terminar el partido en El Chaco, anticipando la reacción de los periódicos argentinos. Mientras en Clarín , el 67% de los aficionados consideraba a Maradona «único culpable de la situación», Olé se despachaba con un gráfico titular: «¿No nos salva ni Dios?».