El árbitro regala el triunfo al Madrid

Ignacio Tylko

DEPORTES

19 ene 2009 . Actualizado a las 02:00 h.

José Antonio Camacho, un madridista de pro, sufrió en sus carnes lo que representa el Bernabéu. El entrenador se quedó de piedra tras padecer el escandaloso arbitraje del cántabro Pérez Burrull, decisivo en la derrota del Osasuna ante un Real Madrid que juega mal pero con Juande Ramos cosecha buenos resultados porque, entre otras cosas, le ha cambiado la suerte y defiende algo mejor que con Schuster. Pero con este fútbol ramplón, sin centro del campo, a años luz del Barça, las cuatro victorias consecutivas son pan para hoy y hambre para mañana.

Algo pocas veces visto ocurrió en Chamartín. Juanfran, un futbolista desequilibrante criado en la inagotable factoría del Real Madrid, vio cómo le escamoteaban dos penaltis, uno con 0-0 y otro con 2-1 a favor de los blancos, a solo siete minutos del final. Y encima fue expulsado por doble amarilla. Increíble, inaudito, impropio del fútbol profesional y demostrativo del diferente trato entre grandes y pequeños. Una historia terrible, pero tan vieja como el fútbol.

En ambas jugadas el asistente confundió al colegiado. Y en las dos el linier estaba bien colocado. En la primera, Juanfran se marchó por el lateral del área y Gago le derribó. Mucho más claro aún fue el otro penalti, ya que Pepe le pisó cuando le había superado y se iba hacia Casillas. Pérez Burrull dudó, pareció señalar el punto fatídico, pero dio marcha atrás por vía del pinganillo. Camacho y los suyos no daban crédito.

Día negro de Roberto

El otro protagonista negro de la tarde fue el portero lucense del Osasuna, Roberto, un chollo para el Madrid. Dudó toda la tarde en las salidas, regaló el empate de Sergio Ramos en el arranque de la segunda mitad, ya que se comió un zapatazo lejanísimo que, eso sí, le botó delante, y cerró un día negro al ser incapaz de desviar el disparo final de Robben que puso la guinda al injusto triunfo local. El holandés estuvo bien vigilado en la primera mitad pero luego volvió a ser desequilibrante. Brindó en bandeja el 2-1 a Higuaín y marcó al final, cuando ya los navarros, hundidos, estaban más pendientes de protestar al trencilla que de otra cosa.

Pese a la crisis en que se ha instalado el madridismo hasta el final de la temporada, que encamina al club a unas nuevas elecciones, la grada le dedicó poca atención al nuevo mandatario. El Real Madrid superó así una dura prueba, tras una semana marcada por la polémica en los despachos que acabó con la dimisión de Ramón Calderón y por el estreno en el palco del empresario naviero Vicente Boluda.