La proa de la nueva generación de la natación española

DEPORTES

16 dic 2008 . Actualizado a las 19:18 h.

Dicen que no hay mal que por bien no venga. Eso tuvieron que pensar los padres de Mireia Belmonte (Badalona, 1990) cuando comprobaron que aquella niña que acudió a la piscina por un problema médico poco después comenzó a nadar hacia el triunfo. A Mireia los médicos le recomendaron la natación a los cuatro años porque padecía escoliosis, una desviación de la columna vertebral. Y se sintió como pez en el agua. El pasado fin de semana, ganó su segundo Campeonato de Europa absoluto y batió el récord del mundo de los 400 estilos en piscina corta al detener el cronómetro en 4.25.06. La primera plusmarca mundial made in Spain , que no procede de un nadador importado, pulido en el exterior. Se ha convertido en la proa de toda una generación.

Mireia comenzó a despuntar en el Club de Natación de Badalona. Y aquel diamante en bruto se trasladó a la Blume, en Madrid, a ritmo de reggaeton , como una de las grandes esperanzas para reflotar la natación española, un deporte en crisis crónica. Pero no se adaptó y volvió con su familia.

Éxito precoz

Impuso su ley a nivel nacional y se convirtió en reina europea y mundial en categoría júnior. Pero sus preparadores planteaban incógnitas sobre su rendimiento en pruebas internacionales absolutas, porque eran conscientes de que en España, como gran dominadora, estaba acostumbrada a nadar en cabeza, a destacarse en solitario tras unas pocas brazadas en los 200 y los 400 estilos. Quizás pagó esa rutina en el Mundial de Melbourne. Allí, con 17 años, la estrella emergente no logró clasificarse para ninguna final. Un borrón que no ocultaba una evidencia: con esa edad solo la estadounidense Katie Hoff había conseguido registros similares a los de la catalana.

En el Europeo de Eindhoven, el pasado marzo, Mireia se desquitó. Falló en la primera prueba, algo habitual. Esta vez tocó sufrir en los 400. Pero conquistó el oro en los 200 estilos arrebatando la marca continental a su ídolo, la ucraniana Yana Klochkova. Fue una competición histórica para España, que se marchó de Holanda con la mejor cosecha de medallas y marcas de su historia.

Quizás, tras el atracón de Eindhoven, se desató una euforia exagerada de cara a los Juegos de Pekín. La presión recayó sobre Mireia y Erika Villaecija. Pero en la cita olímpica el podio suele ser prohibitivo y la las finales caras. La catalana no estuvo en la lucha por las medallas.

Tras la cita olímpica, regresó paulatinamente a una dura realidad, alejada de los laureles y de los focos. Hace poco, se vio obligada a dejar su club de Hospitalet, porque el equipo no contaba con fondos suficientes para pagar la ficha de la nadadora. Tuvo que emigrar al Sabadell a menos de un mes de la celebración de los Europeos.

Siempre ha reconocido su hambre de victoria, su ambición en el agua. Por eso las dificultades no aplazaron su festín continental. En Croacia, ha recuperado su estrella. El oro. Y se marca nuevos retos. El Mundial de Roma y los Juegos de Londres, en el 2012. Ahora todos vuelven a seguir su estela en la piscina.