Veloso coincidió con uno de los grandes mitos del madridismo, Puskas. Y llegó al Santiago Bernabéu cuando Di Stéfano ponía punto y final a su etapa merengue. Aun así, compartió un par de meses de entrenamientos con la saeta rubia, a quien hasta ese momento había tenido como rival en varias ocasiones y a quien, todavía hoy en día, recuerda con gran admiración.
La Saeta
De Di Stéfano dice, con contundencia, que ha sido el mejor futbolista del planeta: «Ni hay, ni hubo ni habrá otro como él. Lo mismo anotaba un gol que a la jugada siguiente estaba evitando otro en la línea de meta de su propia portería. El entrenador mandaba en el vestuario y él lo hacía en el campo».
Tampoco tiene la más mínima duda sobre el toque de balón de Puskas: «Ni hay, ni hubo ni habrá otro como él. Su tranquilidad ante el gol y la precisión de sus lanzamientos eran algo excepcional. Usted podía tapiar toda la portería y dejar el hueco justo para que pasase un balón, y Puskas era capaz de colarlo por ahí. Fue una maravilla».
Miguel Muñoz
Veloso tuvo como entrenador a Miguel Muñoz y, efectivamente, era un técnico que dejaba hacer a los futbolistas: «Muñoz decía que había que moverse, que las parcelas del campo son para todos». Daba igual que el rival fuese el Barça o el Elche.