La despedida del gran artífice del círculo virtuoso

F. A.

DEPORTES

16 jul 2008 . Actualizado a las 02:00 h.

Ronaldinho fue fichado para hacer historia y cumplió su palabra: una Liga de Campeones de Europa, 2 Ligas y 2 Supercopas le contemplan. Fue la alegría del Barça, hasta que en el verano del 2006 su sonrisa empezó a apagarse. El círculo virtuoso, concepto acuñado en verano del 2003, se detuvo entonces, y desde entonces no ha vuelto a ponerse en marcha.

De eso hace dos años, los que ha pasado el equipo sin sumar un solo título. En los últimos tiempos, los rumores sobre su disipada vida, sobre su gusto por la noche han ido en aumento, mientras decrecía su rendimiento y el del equipo, pero esa no es la historia de Ronaldinho en el Barça. El brasileño ilusionó a los culés, invirtió la historia perdedora del club en los últimos años y fue el emblema de uno de los mejores Barcelonas de la historia. Estas fueron sus conquistas: 92 goles en 198 partidos, mejor jugador según la FIFA en el 2004 y en el 2005, y Balón de Oro en el 2005. Pero más allá de eso, fue el motor del Barça del jogo bonito , el responsable de que los niños barcelonistas lucieran orgullosos las camisetas con el 10 y la inscripción Ronaldinho en sus espaldas.

Pocos barcelonistas como él salieron aplaudidos del Bernabéu tras un histórico partido, porque prácticamente nadie puede marcar un gol como el que logró en Stamford Bridge, en un tiro imposible con Carvalho y Cech como invitados.

Pocas veces en la historia del fútbol un jugador ha sido tan determinante y ha ejercido tanta influencia sobre el terreno de juego. Por eso su ocaso ha sido mortal para su equipo.

Atrás habrán quedado ofertas en el pasado que no llegaron a concretarse, como aquella fabulosa de 100 millones del Chelsea de Abramovich. Su declive quedó patente en cuanto, poco a poco, se fue quedando solo en su mansión de Castelldefels. La estrella se aisló en su mundo y todo empezó a complicarse. Empezó ahí su viaje a Milán.