La «operación malaya» del Karpin

DEPORTES

En el Tour de Langkawi el equipo se enfrentó a temperaturas de cuarenta grados, salsas agresivas y los regateos de Chinatown

22 feb 2008 . Actualizado a las 02:00 h.

No todos los días se hace el avituallamiento al pie de las Torres Petronas. El Karpin Galicia lo ha comprobado. La formación acaba de regresar de su particular operación malaya . El equipo de Álvaro Pino superó con nota su participación en el Tour de Langkawi. Gustavo César Veloso acabó tercero en la general. Pero la carrera y la estancia en Malasia, más que un lujo asiático, según los corredores gallegos, fue una aventura.

Veloso, David García, Ramón Troncoso, Juan Mourón y Alejandro Paleo aún se recuperan del jet lag . «Yo me levanto a las seis de la mañana, no puedo aguantar más en cama. Y cojo y pongo la lavadora», confiesa García. Veloso dice que lo lleva mejor. «Lo pasé mal allá. En los entrenamientos previos a la prueba, mis pulsaciones eran malísimas», reconoce.

Además, alguna situación no ayudaba al descanso. «El primer día nos pusieron a Veloso y a mí una habitación con una cama de matrimonio. ¡Como para dormir así con el calor que hacía...! Pedimos una cama supletoria y pusieron una colchoneta con unas sábanas», explica David García.

Pero ahora los corredores no solo tienen que recuperar su rutina horaria. Porque se acostumbraron a los regateos en el mercadillo de Chinatown, en Kuala Lumpur. «Y eso que hablábamos en inglés lo justito», señala Veloso. «Te ofrecían algo por 500 ringgits, la moneda local, y lo comprabas al final por 150. Al volver, fui al supermercado y estuve a punto de regatearle al charcutero al comprar jamón de york», comenta divertido Troncoso. Como en el viaje de regreso el Karpin voló a Oporto y regresó desde allí por carretera, hubo bromas en el autobús de la formación sobre una posible parada en el mercadillo de Valença do Minho para recolocar allí las compras adquiridas en Malasia.

El arroz y sus versiones

Los ciclistas recuerdan con cariño Chinatown, un gran barullo en el que pescar regalos para familiares y amigos. Allí triunfaron los relojes. Pero prefieren olvidar la comida malaya. «Demasiadas especias, las salsas eran muy fuertes, podían sentarnos mal», comentan. La solución, el arroz, las tostadas y los cereales. «El tema del arroz lo tengo totalmente dominado», señaló José Manuel Alonso Condesa, uno de los auxiliares del equipo. El Karpin, para prevenir, llevó su propia despensa, con embutido ibérico, aceite y cereales.

Aunque la organización ofrecía el mejor avituallamiento y toallas a todos los corredores cada día. Los corredores coinciden en que tenían detalles con ellos «que no se ven en la Vuelta a España». Uno de los objetivos era combatir el calor asfixiante. «En alguna etapa alcanzamos los 43 grados», señala Troncoso. «Podías llegar a beber hasta diez litros en carrera», añade. Condesa comenta que los corredores eran recibidos en la meta todos los días por un camión de bomberos que los regaba con agua.

A pesar del viaje y del cambio horario, los corredores ya están entrenándose de nuevo. «El cuerpo se acostumbra pronto a lo bueno y no puede ser», sentencia Veloso. La aventura, en ciclismo, hay que trabajársela.