El Celta remonta ante el Sevilla en los minutos finales y con uno menos

Juan Villar

DEPORTES

Perera y Quincy rompieron con sus goles el maleficio de Balaídos a pesar de la expulsión de Diego Costa

10 dic 2007 . Actualizado a las 13:43 h.

Si algo tiene este Celta y López Caro ha sabido transmitírselo, es fe absoluta ante las circunstancias adversas. Balaídos era el maleficio del equipo, pero ahí el equipo celeste ha sumado cuatro puntos de forma épica en los minutos finales de los dos últimos partidos.

Si hace quince días era el Nàstic el que veía como Rubén salvaba un punto para los locales tras la expulsión de Lequi, la hombrada de ayer fue completa: con uno menos durante 70 minutos y un gol en contra, los siete minutos finales fueron mágicos gracias a los goles de Perera y Quincy que le dieron a los vigueses el primer triunfo en casa de la etapa López Caro, acercando al Celta a sólo dos puntos de los puestos de ascenso.

Y eso que el compromiso de ayer frente al Sevilla Atlético empezó muy mal. La primera acción significativa que ocurrió en el partido fue a los tres minutos una cartulina amarilla a Diego Costa. Si López Caro, que conoce la fragilidad mental del brasileño, fuese valiente le habría sacado del campo en ese momento aun a costa de agotar un cambio tan pronto. Habría evitado males mayores.

Podía no ocurrir nada, pero ocurrió. Una gran jugada de Diego, que tiene tanta calidad como mal amueblada la cabeza, acabó con el delantero por los suelos tratando de fingir un penalti. El colegiado no hizo la vista gorda a pesar del arrepentimiento espontáneo del jugador céltico y le mandó a la caseta.

Con un jugador menos al Celta se le puso muy cuesta arriba el partido ante un equipo que demostró una calidad técnica envidiable. Los andaluces, que ya venían mimando más la pelota desde el principio, se convirtieron en esos momentos en amos absolutos del cuero, aunque no generaron ningún peligro ante Pinto. Al contrario, las aproximaciones más claras eran célticas: primero con un pase en profundidad de Canobbio a Quincy al que reaccionó con agilidad el meta andaluz y después con una subida de Rubén que remató de cabeza algo desviado.

Una jugada aislada, con un golpe franco bastante esquinado, adelantó al filial sevillista. Armenteros sorprendió a Pinto al mandarle un balón envenenado a la escuadra más alejada.

Lo mejor que pudo pasar es que llegase el descanso, porque se veía a los celestes a merced del Sevilla Atlético. El sermón de López Caro en el vestuario surtió efecto y el equipo se creció en la segunda mitad.

Era necesario que los celestes creyesen en sí mismos. Casos de equipos que le han dado la vuelta a un marcador adverso jugando en inferioridad numérica se pueden encontrar a patadas. El propia Celta había conseguido salvar un punto ante el Nàstic en esa situación.

Y ayer se repitió la historia, aunque hubo que esperar hasta los minutos finales. Los celestes salieron con más garra y agresividad y no tardaron en generar las primeras ocasiones ante la portería rival. El encargado de romper la dinámica del partido fue Quincy, que ya en la primera parte había tenido un par de buenas arrancadas. El holandés está creciendo cada jornada que pasa y a los pocos minutos de la segunda parte protagonizó una jugada que si la hacen Guti o Ronaldinho se hartarían de repetirla durante toda la semana en todos los canales de televisión españoles y extranjeros. Se marchó de tres rivales en el medio campo he hizo un esprint con el balón pegado al pie hasta el área donde se encontró con el guardameta. El portero atrapó poco después y disparo de Canobbio.

Pablo Sánchez tuvo la sentencia en su bota derecha cuando no aprovechó un fallo de Pinto para machacar a puerta vacía, pero ayer el día del Celta.

López Caro dio entrada a dos jugadores que resultaron providenciales para salvar un partido complicado: Perera y Guayre. Fueron los protagonistas del gol del empate. La acción la inició el canario, que por fin parece que puede haber olvidado su mala racha de lesiones desde que llegó al Celta. Su remate lo despejó Javi Varas, pero el rechace lo cogió Perera, demostrando que tiene instinto de cazagoles.

El extremeño también contribuyó al tanto de la victoria final con su pase al hueco hacia la entrada de Quincy, que rompió su maleficio particular con el gol y se estrenó en el momento en que mejor le venía al equipo.