Mano blanda con los escándalos

Paulo Alonso Lois
Paulo Alonso REDACCIÓN

DEPORTES

XOAN CARLOS GIL

Los clubes suelen tapar las faltas que cometen sus jugadores, apenas aplican sus normas internas y ocultan las sanciones que imponen. El Pontevedra ya no despedirá a Casablanca

17 nov 2004 . Actualizado a las 06:00 h.

El espectáculo del fútbol se blinda cuando una polémica le envuelve. Pese a contar con normas de régimen interno, nítidas escalas de sanciones ante escándalos y conductas antideportivas y un discurso políticamente correcto hacia las polémicas, los clubes se vuelven opacos si tienen el problema en casa. Pocas veces sancionan y casi nunca hacen públicos los castigos hacia esos modelos sociales que cometen faltas, incluso graves. La receta parece «mano blanda ante los excesos», y nula información para los aficionados a los que se apela para pagar, consumir y apoyar al equipo. Tras el estupor inicial por el caso de David Casablanca, el futbolista del Pontevedra que se negó a someterse a un control de alcoholemia la madrugada del lunes, el club frena su proceso de despido «para no arruinar su carrera». Aunque en un principio reveló una cláusula en su contrato según la cual podía rescindir su relación si abandonaba su casa a altas horas de la madrugada sin permiso, una reunión con los capitanes y la petición de clemenecia del propio jugador podrían pesar más. La ecuación entre juventud, fama y dinero muchas veces da por resultado escándalos, en el fútbol y en la vida. El caso de Casablanca, por atípico, suscitó un especial revuelo. Ninguno de los representantes consultados ayer por La Voz conoce otros futbolistas profesionales en cuyos contratos figuren de forma explícita cláusulas de despido por escándalos nocturnos. La mayoría de documentos remiten a las normas de régimen interno de cada club. Buena parte de los equipos disponen de un código de conducta; casi siempre secreto, que pocas veces se aplica y prçacticamente nunca se comunica a los dueños del espectáculo: los aficionados. Imagen dañada Ante un escándalo nocturno de un futbolista, en el que la imagen del club de turno termina irremediablemente dañada, se activan la justicia ordinaria y la interna. Mientras la primera sigue su curso, la segunda empieza con un expediente que casi nunca se sabe como concluye. El pasado reciente del fútbol gallego exhibe casos más o menos significativos. En Primera, Diego Tristán lidera el ránking. Habitual de la noche coruñesa, hasta su propio entrenador, Irureta, disparó las especulaciones hace un par de años tras sentarlo en un partido ante el Madrid. «Hay que cuidarse. Él sabe por qué no jugó», dijo al tiempo que se desveló que había salido hasta tarde un día antes del encuentro. No fue el único deportivista. Emerson y Sergio dieron positivo en un control de alcoholemia en carretera. A ninguno de los tres se le conoce sanción del Dépor. Como los escándalos suelen trascender en épocas de crisis, el Celta acaparó unos cuantos la pasada liga. Según la Cope , Cáceres, Pinilla y algunos compañeros trataron de sobornar al personal de su hotel de Sevilla la víspera de un partido con el Betis. Querían subir a su habitación con unas acompañantes. Ante la negativa de los empleados, los futbolistas se fueron y volvieron a altas horas en estado ebrio. Siempre según la Cope , uno de ellos orinó en la entrada del hotel. El club cuenta con su propio régimen interno y abrió un expediente. Al pasar un tiempo, todos los casos quedaron sin sanción. André Luis fue suspendido de empleo y sueldo en el Compos hace un par de años. No hubo lugar a dudas ni expedientes. Un dirigente del club se topó con él en un pub a las cinco de la mañana.