El argentino Fagiani, del Tenerife, se mostró molesto porque una mujer ejerció de asistente en su último partido de Liga: «Si quiere dirigir, que se vaya al fútbol femenino», dijo
07 sep 2004 . Actualizado a las 07:00 h.De vez en cuando, el mundillo del fútbol, como le sucede al de los toros, suelta ese tufillo rancio del purito y el discurso de la testosterona. El argentino Daniel Fagiani es la última muestra viviente de que el machismo no se ha extinguido en los terrenos de juego. El jugador del Tenerife se mostró indignado porque en el pasado fin de semana una mujer ejerció de asistente en el encuentro que su equipo disputó ante el Valladolid, en Segunda División. «Si quiere dirigir, que se vaya al fútbol femenino, con ella estamos empañando nuestro fútbol. En Argentina nunca dirige una mujer», señaló tras el partido. Más que el penalti que le señalaron en contra a su conjunto, lo que sacó de sus casillas al defensa fue la simple presencia de Marisa Villa Gutiérrez. El futbolista se ratificó ayer en sus posiciones y añadió que su único pecado ha sido la sinceridad, pero que muchos otros piensan como él. Quizás lo lamentable es que acierta en su última consideración. El gran argumento de Fagiani para criticar a Marisa Villa fue el siguiente: «Una mujer jamás puede dirigir un partido de fútbol masculino porque no tiene la misma velocidad de un delantero o un defensor». Curioso. Porque tampoco Carmona Méndez parece especialmente dotado para perseguir a los jugadores y nunca ha sido objeto de semejantes críticas. Y seguro que al propio Fagiani, que no es un prodigio de rapidez, nadie le ha pedido milagros, como superar las marcas de Roberto Carlos. Lenta o no, la realidad es que Marisa Villa no pitó la pena máxima que desató las iras de los jugadores del Tenerife. «El penalti lo señaló el otro auxiliar y tuvo más culpa que ella», dijo Jesús Vázquez, futbolista del cuadro isleño . Pero para su compañero Fagiani, que se contradice al asegurar que no quiere discriminar a nadie, la culpa de la asistente reside en el simple hecho de ser una mujer.