Zidane marca el ritmo «culé»

PEDRO J. BARREIROS A CORUÑA

DEPORTES

FÚTBOL La euforia coge el puente aéreo. El Barcelona, que se sumergió en una vorágine de fichajes nada más terminar la Liga, vio frenados los beneficios de su iniciativa tras la irrupción del efecto Zidane . Ni Christanval, ni Geovanni, ni Andersson, ni Rochemback, ni Saviola parecen capaces de mitigar el terremoto de ilusión provocado por la llegada del francés al Madrid.

11 jul 2001 . Actualizado a las 07:00 h.

Juan Román Riquelme amenaza con volver a convulsionar el mercado. El argentino, cuyo traspaso al Barcelona era un hecho hace sólo unos meses, está ahora más cerca que nunca del conjunto azulgrana. Los poderes balsámicos que ejercería esta operación sobre una afición de uñas con su equipo tras una decepcionante temporada semejan más importantes que otras consideraciones. Por ejemplo, el cupo de cuatro extracomunitarios. El club ya tiene cubierto su elenco con los brasileños Geovanni, Rochemback y Rivaldo, así como con el argentino Saviola. En las últimas horas, se especula con que Gaspart podría esperar a la nacionalización del ya ex-futbolista de River Plate para hacer efectiva entonces (quizá en diciembre) la incorporación del mediapunta de Boca Juniors. Salidas de Simao y Zenden El jugador que volvió loco al Madrid en la Intercontinental ya no compartirá vestuario con Simao y con Zenden. El portugués regresa al fútbol luso, al Benfica, a cambio de una cantidad similar a la que había pagado hace dos años. Boudewijn Zenden, por su parte, jugará en la Premier League, en las filas del Newcastle, que entrena el ex-entrenador culé Bobby Robson. Mientras, Gaspart se encomienda a las virtudes de Saviola. La elástica con su nombre y el mismo número siete que lució Alfonso -jugador, por cierto, todavía con contrato en vigor- ya se puede comprar en la tienda del Camp Nou. Aunque en venta de camisetas parece difícil que el joven argentino alcance las cifras de la nueva estrella madridista, quizá con Riquelme pueda recuperar la euforia que ahora inunda a su eterno rival.