FINAL DE LA LIGA DE CAMPEONES Solidez alemana, cerrojazo levantino, racanería bávara, orden cuperiano... La 46 final de la Liga de Campeones, que se diputa mañana en San Siro, promete emociones fuertes y asegura derroche físico, sudor a espuertas y pocos goles. Sobre todo, pocos goles.
22 may 2001 . Actualizado a las 07:00 h.En Múnich pretenden cobrar la deuda del fútbol europeo con el equipo que pasó del cielo al infierno en apenas un par de minutos en una infausta noche de mayo de 1999 en el Nou Camp. Parca memoria. El Pupas, ahora en el infierno, comenzó su tormentosa leyenda también en una noche de mayo, pero de 1974, en Bruselas y ante el mismo protagonista alemán de mañana. Entonces, un defensa central de estilo tan torpe como impronunciable apellido forzó con un zapatazo imposible un segundo partido en el minuto 119. Suerte esquiva. A partir de entonces, el Bayern fue el paradigma de la fortuna alemana. Noventa minutos ante un cuadro germano son muchos minutos. Hasta que Solskjaer, «el niño con cara de asesino» del Manchester tumbó el tanque alemán. Pero esta es otra historia, otra final. Ayer Milán recibió a los dos equipos con lluvia y expectación. El Valencia llegó con todo. Por el equipo germano, sorprendió Jeremies, que formaba parte de la expedición con lo que su participación en la final, en principio improbable por una lesión, se convierte en la gran incógnita. Hoy quizás se desvele el enigma durante los entrenamientos, aunque Hitzfeld ha asegurado en varias ocasiones que el medio no jugaría en San Siro. Por parte de los chés, la duda reside en si el técnico optará por David Albelda o por el argentino Pablo César Aimar. Nueve finales entre ambos Siete veces ha alcanzado la final europea el Bayern de Múnich, con cuatro títulos. El valencia no se ha estrenado. Mañana disputará su segunda final consecutiva, una oportunidad para reivindicarse y romper con el sambenito que parece arrastrar a su técnico, que ha perdido las tres finales ?supercopas al margen? en las que ha tomado parte desde que está en España. El trofeo de la «Champions», el más codiciado por los clubes continentales, espera a su próximo dueño en pleno corazón de Milán, en la galería Vittorio Emanuelle. Si Aimar, Mendieta, Scholl o Elber no lo remedian, la final tiene más que ver con Carboni, Ayala o Effenberg. Unos, los alemanes, porque son así; otros, los levantinos, porque han aprendido. El gol es un artículo caro ante las dos escuadras. De hecho, los de Héctor Cúper estuvieron lanzando tandas de penaltis ayer. Además se volcaron en jugadas por la banda y en los centros al área para intentar superar la presión del rival. Dos muros, Cañizares y Kahn, los guardametas menos batidos de la Liga de Campeones frente a frente. Un diálogo de sordos, al menos noventa minutos de trote intenso.