
La profesora y traductora, que luchó por mantener viva la figura del escritor argentino, murió a los 86 años víctima de cáncer de mama
27 mar 2023 . Actualizado a las 08:41 h.«Borges era la mitad de mi alma. Éramos dos piezas de un reloj que encajaron sin necesidad de pulir», expresó María Kodama en una de las muchas entrevistas que ofreció a La Voz de Galicia. La escritora y traductora argentina murió este domingo, a los 86 años, tras un tiempo con graves problemas de salud debidos a un cáncer de mama.
Nacida el 10 de marzo de 1937 en Buenos Aires, era hija del japonés Yosaburo Kodama y de la argentina María Antonia Schweizer, de ascendencia suizo-alemana, inglesa y española. Y de su padre heredó la pasión por la pintura. De niña la llevaba a los museos y le regalaba libros de grandes artistas, pasión que años después compartió con Borges. «Cuando empecé a viajar con él me di cuenta de que tenía un gran conocimiento de la pintura. Yo empecé entonces a descubrirle el mundo a través de los colores que él recordaba», reveló Kodama. Era una frase literal, pero también podría entenderse en sentido metafórico, porque la llegada de María a la vida de Borges fue más que un soplo de aire fresco un huracán, que hoy hubiera escandalizado a muchos: se llevaban 38 años. Cuando ella tenía 16 y él 54, María se chocó con Borges en la calle, a la salida de una librería. Ella le contó que iba a estudiar Literatura y él la invitó a estudiar juntos inglés antiguo. Nunca más se separaron. Con el tiempo la discípula se convirtió en compañera y más tarde en su mujer. «Nuestra decantada relación fue pasando a través del tiempo por distintas facetas hasta culminar en el amor que nos habitaba [...]. Ese amor del que fue dejando trazas a lo largo de sus libros sin decírmelo, hasta que me lo reveló», escribió Kodama en Homenaje a Borges, libro que publicó en el año 2016.
Amor por los idiomas
María era licenciada en Literatura por la Universidad de Buenos Aires y se había especializado en literatura sajona e islandesa, de la que hizo traducciones al español. El amor por los idiomas fue otro de los vínculos que la unió con el escritor argentino, con el que finalmente se casó el 26 de abril de 1986, un año después de que a él le hubieran detectado un cáncer hepático. Este matrimonio era el segundo para Borges, que en 1967 se había casado con Elsa Astete, una escritora argentina y exnovia de juventud, que acababa de enviudar. Solo duraron tres años y se divorciaron en 1970. El matrimonio con María tampoco fue largo, porque el escritor falleció el 14 de junio de 1986, de ahí que muchos pusieran en tela de juicio su boda con María, que fue por medio de poderes ante la Justicia paraguaya. A partir de ese instante Borges la declaró su heredera universal, un hecho no exento de polémica, ya que sus detractores la acusaron de haberle obligado a ello.
La pareja, sin embargo, había compartido dos décadas de amor y ambos se habían mostrado cómplices. «Nos divertíamos muchísimo, jugábamos. Él era un gran optimista, lleno de fuerza y de vida. Yo nunca sentí que vivía con una persona ciega o mayor. Tenía una fuerza vital muy grande», reveló su viuda en otra ocasión a La Voz de Galicia.
En 1988, Kodama creó la Fundación Internacional Jorge Luis Borges, que presidió hasta su muerte. Como guardiana de la obra de Borges, Kodama demandó a otro escritor por experimentar con El Aleph, su cuento más famoso, y se peleó inclusive con el actual presidente argentino, Alberto Fernández. En el 2019, el mandatario intentó crear un museo para el escritor con el archivo personal de un coleccionista, y Kodama lo desaprobó: denunció entonces que muchos de los 30.000 objetos que el empresario Alejandro Roemmers iba a donar al Estado eran robados.
María Kodama también exigió a la editorial Alfaguara la retirada de la venta de la obra del escritor coruñés Agustín Fernández Mallo: El hacedor (de Borges). Remake. El volumen, como ya apunta sin rodeos el mismo título, es una versión del libro publicado por el escritor argentino en 1960. Pero Kodama, lejos de ver en este texto un homenaje del autor al añorado Borges, consiguió la retirada de dicha obra. Estaba dedicada en cuerpo y alma a preservar la figura del escritor hasta esos límites.
«La gente me dice que mi mayor trabajo es que la gente sienta que está vivo y ese ha sido mi trabajo durante 30 años. Es decir, es dar tu vida por algo, y vos das tu vida solamente por algo que amas con locura; si no, no lo haces. Porque lo amo con locura, si no, no lo haría», aseveró Kodama en una entrevista. A Borges, su pasión, se entregó y luchó toda su vida por mantenerlo vivo.