Roberto Alagna: «Cuando eres joven cantas con más arrogancia, y eso cambia con la edad»

hugo álvarez domínguez

CULTURA

Roberto Alagna (Clichy-sous-Bois, 1963) canta este miércoles en italiano, ruso, francés y alemán.
Roberto Alagna (Clichy-sous-Bois, 1963) canta este miércoles en italiano, ruso, francés y alemán. Marcos Míguez

El afamado tenor francoitaliano ofrece un recital en el cierre de la temporada lírica coruñesa

07 dic 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

El tenor francoitaliano Roberto Alagna (Clichy-sous-Bois, 1963), con más de 35 años de carrera, es una de las voces más importantes de su generación y quizá el último exponente de una manera de entender el canto. Alagna clausura este miércoles (a las 20 horas) en el teatro Colón de A Coruña la temporada lírica de Amigos de la Ópera con un recital junto a la Orquesta Sinfónica de Galicia y bajo la dirección de José Miguel Pérez-Sierra.

—¿Cómo se desarrolla una carrera tan larga?

—Hay que ser un artista y dar lo mejor de ti en cada función. Cuando todo funciona es un milagro, pero no siempre se puede estar al 100 %. Cuando no estás del todo bien debes buscar la fuerza dentro de ti para poder cantar enfermo: tal vez así encuentres opciones nuevas; y eso es el teatro para mí. Soy un afortunado, he cantado muchísimo, no pensaba cantar tantos papeles: de Nemorino a Otelo, e incluso algo de Wagner. Más allá de la técnica, es la salud: si tienes salud puedes hacer muchas cosas. La técnica cambia siempre, es como un coche: a veces hay que llevarlo a revisión. Lo mismo ocurre con la voz, y hay que aceptar los cambios. Por ejemplo, las grabaciones de Caruso de 1903 no suenan igual que las de 1920, cuando está a punto de morir, pero es interesante. En mi caso hay un hombre con sus experiencias, que ha sufrido mucho, y todo eso se nota también en la garganta y el canto. Cuando eres joven cantas con más arrogancia, y eso cambia con la edad. Pese a todo, siempre encuentro cosas interesantes en esos cambios.

—Ha tenido una gran evolución vocal sin abandonar sus roles fetiche, ¿cuál es el secreto?

—Estar enamorado del papel y de la música me da la fuerza para hacer cosas. Es muy interesante retomar un papel que no cantabas hace mucho. Por ejemplo, hice en Londres L’elisir d’amore tras 17 años sin cantarlo, porque ellos confiaron en mí, y ahí conocí a mi esposa [la soprano Aleksandra Kurzak]. O La bohéme, que siempre he cantado a tono: últimamente la canté en el Met y en Puerto Rico; y pronto la haré de nuevo. En París, mientras cantaba otro título, me llamaron para hacer una función de La traviata con mi esposa. Llevaba mucho tiempo sin hacerla. Yo canto siempre con mi voz y creo que ese es el secreto: si escucha a los cantantes del pasado, todos cantaban todo. Gigli a los 30 años había cantado todo. Schipa, con una voz no especialmente grande, cantaba mejor que nadie y podía cantar hasta Andrea Chénier, porque trabajaba con orquestas más pequeñas. Las orquestas hoy son más grandes, y esto nunca ha sido así. La gente pretende escuchar las cosas como en un disco, pero las partituras están escritas para tenor sin señalar categorías: dramático, spinto... simplemente tenor, salvo quizá en Rossini, que requiere una especialización más concreta. El tenor lírico pleno debería poder hacer todo, de partes ligeras a partes dramáticas.

—¿Cómo cree que ha cambiado la forma de entender el canto?

—Todo debería poder cantarse. Ahora dicen que no hay voces para Otelo. ¿Cuál es la solución? ¿No hacer Otelo? Yo creo que es mejor hacer los títulos con las voces disponibles. Ha cambiado el gusto de una parte del público, sobre todo a partir de la aparición de las grabaciones de estudio y el streaming. Un streaming puede provocar que una voz que no es grande ni tiene armónicos grabe bien, mientras que otra voz poderosa y bien timbrada graba peor. Es positivo tener tantas maneras de acceder a escuchar ópera, pero la gente piensa que eso es la verdad; y la verdad ocurre en el teatro, donde debe proyectarse el sonido. Ahora hay cantantes que, en teatro, al hacer un piano no se oyen, pero en grabación funcionan. Eso cambia el gusto del público. Quien escuche una voz como la mía, de canto generoso, le dirá que canto todo fuerte. No es verdad. Así se cantaba siempre; pero ahora, las cosas se entienden de otra manera.

—Frecuenta música popular, incluso ha grabado a Luis Mariano.

—Empecé con la música popular y la música ligera. En cuanto a Luis Mariano, fue un homenaje. Se habla de él como algo viejo, pero no es verdad: fue un gran artista y un gran tenor, así que encontré interesante hacerle un homenaje. Estoy muy contento de esa grabación. La música es fantástica: te hace reír, provoca emoción y alegría.

«Si no puedes ir con tu hija, un montaje no es correcto»

En unas semanas debutará Roberto Alagna en Capone et les incorruptibles, su primer musical.

—Tenía curiosidad por probar el musical: es un nuevo mundo para mí y estoy entusiasmado. Llega en el momento justo para aceptarlo. Algunos grandes cantantes (Pinza, Kiepura...) probaron. La gente que no conozca el género dirá que es fácil, pero no es así; hasta es más difícil que la ópera. Cantas cada noche, el sábado dos funciones y el domingo matinal. Además, hay que hablar y actuar. Cantas amplificado, y un micrófono ayuda en el centro de la voz; pero en el pasaje puede jugar una mala pasada a una voz de tenor, y distorsionarse. Para mí, como cantante de ópera, es más difícil cantar musical. Mi canto es generoso y sincero: yo canto siempre con todo; pero en musical no puedes hacer un rubato o cambiar un tempo. Es difícil.

—Y el programa de hoy...

—No me gusta hacer siempre el mismo programa, y cambio cosas. Busco no dar solo lo que el público espera: si cantas un repertorio popular vas a tener un gran éxito; pero yo busco dialogar con el público, incorporando cosas que me gusten a mí y sorprender. Esta noche canto en italiano, ruso, francés y alemán.

—Ante una propuesta escénica rompedora, ¿dónde pone usted los límites?

—Cuando se hace algo que no puedas ver con tu hija en el teatro. Entiendo el teatro como algo familiar, y quizá de niño, cuando escuchas una ópera, te va a enamorar si escuchas o ves algo fantástico. Soy ante todo un cantante de ópera; pero disfruto mucho de poder llevar a mi hija al teatro. Si no puedes ir con tu hija, un montaje no es correcto para mí.

—¿Qué hay que hacer para que el público de ópera rejuvenezca?

—Nada concreto. La ópera es un género para gente madura: tal vez tengas a un niño al que le guste, y esto pasó conmigo o con mi hija. Pero lo lógico es que gente que ha escuchado otro tipo de géneros acabe encontrándose con la música clásica, que es el summum de la música. La clave está en que cuando se abra el telón, el resultado te deslumbre.