Destacan el carácter dialogante de Carlos Casares en su paso por el Parlamento de Galicia

Olimpio Pelayo Arca Camba
O. P. Arca SANTIAGO / LA VOZ

CULTURA

Sandra Alonso

«Vuelva usted, señor Casares, y tráigase algunas buenas compañías», expresó Mariano Rajoy en el homenaje al escritor

28 nov 2022 . Actualizado a las 20:57 h.

«Nos papeis de meu pai, que son moitos, só hai dous ou tres telegramas». Y uno de ellos cumple el próximo mes 41 años: es la convocatoria de la primera sesión del Parlamento de Galicia, el 19 de diciembre de 1981. Lo dijo Häkan Casares, hijo del escritor Carlos Casares y presidente de la fundación que lleva su nombre, al inicio de su intervención en el homenaje que la institución le tributó en Santiago, 20 años después de su fallecimiento. Casares lo guardó como un documento histórico y como símbolo de su emoción al participar en la construcción de Galicia desde sus instituciones democráticas. Fue diputado durante los cuatro años de aquella primera legislatura, a la que había concurrido como independiente dentro de las listas del PSdeG-PSOE, al igual que otros tres galleguistas: Ramón Piñeiro, Benxamín Casal y Alfredo Conde.

Su paso fue recordado por varios de quienes fueron sus compañeros en aquellas primeros tiempos de la autonomía. Todos ellos incidieron en su carácter dialogante y su bonhomía. El expresidente del Gobierno, Mariano Rajoy, recordó que Gerardo Fernández Albor fue nombrado presidente de la Xunta, en enero de 1982, con los votos favorables de Alianza Popular (su partido), UCD y los galleguistas Casares, Casal y Piñeiro: «Ese voto favorable a la investidura de Albor, que se dio desde la convicción de que el autogobierno tenía que comenzar con el mayor respaldo posible, marcó para bien el devenir de aquella primera legislatura», dijo Rajoy. Añadió que pese a llegar a configurarse seis grupos parlamentarios, en la representación política más variopinta de Galicia, fue la etapa de mayor consenso político de la autonomía: «Piensen lo que habría sucedido en el 2022 en una Cámara» con esa composición. Entiende que en aquel acuerdo fue clave «el nivel de los principales actores, su categoría personal, sus ganas de levantar el edificio de la autonomía» y la influencia decisiva de los tres galleguistas que votaron a Albor: «Construyeron siempre, y luego se fueron tranquilamente a su casa». Enumeró leyes aprobadas en aquellos cuatro años, desde la de símbolos a las de Valedor do Pobo, Consello de Contas y la de normalización lingüística, en la que Casares jugó un papel decisivo, redactándola él mismo, como indicó la exparlamentaria nacionalista Pilar García Negro. Mariano Rajoy defendió el papel de privilegio de Casares en la etapa histórica del primer parlamento de Galicia, en el que «había nivel, mucho nivel. Algunos deberían resucitar, visto lo visto. Un Parlamento donde había reglas, y se cumplían; palabras dadas a las que nunca se faltaba; y muy buena gente, porque se puede ser político, capaz, competente, inteligente y buena gente, como lo era Carlos Casares, que además era educado y tenía sentido del humor», expresó el expresidente del Gobierno, que concluyó su intervención diciendo: «Vuelva usted, señor Casares, y tráigase algunas buenas compañías».

Xosé Luís Barreiro recordó el triunfo por sorpresa de AP en aquellas elecciones autonómicas de 1981, «nas que o centro dereita tiña 50 deputados dos 71», y explicó que Casares «foi enormemente dialogante porque tiña non só un gran prestixio senón tamén unha enorme autoridade moral en todo o que facía. Eu creo que foi a alma dun diálogo que eu estendo a todo o Parlamento de entón», y lo considera una de las personas más relevantes que pasaron por el Parlamento. Incidió en cómo Casares separaba sus columnas en La Voz de Galicia de su labor política: «Nunha cea eu díxenlle que me estranaba que sendo persoa tan comprometida na política a súa literatura xornalística non o era». La respuesta de Casares fue que el era el último eco de Vicente Risco, en el sentido de trabajar el hecho cultural e identitario, para acabar llegando así a la sustantividad de la política gallega y la capacidad de autogobierno.

Francisco Vázquez, por su parte, habló de aquellos parlamentarios elegidos en 1981 (él fue candidato del PSdeG-PSOE a la presidencia de la Xunta) con pasados políticos muy diversos, pero una común voluntad de encuentro y reconciliación: «Carlos Casares era un magnífico reflejo de ellos, con ese sentido de integración, de diálogo y de acuerdo», cuando Galicia logró un Estatuto «nacido de una Constitución de todos, que permitió superar el pasado cainita de las dos Españas».

Miguel Santalices, presidente del Parlamento de Galicia, destacó la importancia del acto en una sociedad gallega «que presenta un notable déficit de coñecemento da súa historia», huyendo de la hagiografía para glosar la faceta política del poliédrico Casares. Rosario Álvarez, presidenta del Consello da Cultura Galega que el escritor presidía en el momento de fallecer en marzo del 2002, destacó la impronta de modernización que dejó en la institución. Pilar García Negro, la única exdiputada de los que participaron que no coincidió con él en el Parlamento, recordó la intervención de Casares en abril de 1985 reclamando al gobierno de la Xunta una planificación lingüística que hiciese efectiva la Lei de Normalización Lingüística, mientras Miguel Barros repasó las conversaciones de Ramón Piñeiro con Carlos Casares acerca del papel del Partido Galeguista.

Sandra Alonso

El acto celebrado en el Parlamento de Galicia contó con la presencia de varios familiares de Casares, y entre otros, del expresidente Emilio Pérez Touriño, y tanto diputados en activo como de anteriores legislaturas. En representación de La Voz de Galicia acudió el secretario general, Manuel Areán Lalín, y estuvieron también académicos de la RAG, como su presidente Víctor F. Freixanes, y Xesús Alonso Montero.