Generoso León de Oro para «All the Beauty and the Bloodshed» de Laura Poitras

josé Luis losa VENECIA / E. LA VOZ

CULTURA

Laura Poitras con el León de Oro recibido por su historia sobre la fotógrafa Nan Goldin.
Laura Poitras con el León de Oro recibido por su historia sobre la fotógrafa Nan Goldin. ETTORE FERRARI | EFE

Cate Blanchett y Colin Farrell, muy justos premios de interpretación

11 sep 2022 . Actualizado a las 09:39 h.

De entre las veintidós películas que competían por el León de Oro el jurado presidido por Julianne Moore eligió el único documental puro frente a todo lo demás, que eran ficciones. No sé si esto habla regular de las habilidades del cine presente para dramatizar historias o es que All the Beauty and the Bloodshed, de la norteamericana Laura Poitras, como vencedora de esta 79.ª Mostra ha entusiasmado a esta gente hasta extremos desaforados.

El filme de Poitras —ganadora de un Oscar por Citizen Four, donde sacaba partido de la garganta profunda de Edward Snowden— se centra en la vida de una figura apasionante: Nan Goldin, fotógrafa y agitadora cultural que vivió y reinó en las diferentes olas contraculturales de la Norteamérica —y más específicamente, New York— de los 70 y 80. Y fue capaz de surfear para contarlo. Hay que ser una superviviente innata para acompañar al grupo de Province Town (John Waters) a Andy Warhol y su Factory y a los años de la mortandad del sida, que hizo que prácticamente todo su entorno desfilara en féretros después de la gran pachanga. Goldin inmortalizó ese trayecto por los desfiladeros de la autodestrucción en su colección de fotos La balada de la dependencia sexual, que es una tanática pleitesía a tanta vida rápida y tantos hermosos cadáveres. Es apabullante la riqueza de material naturalista, en bruto, con el que Laura Poitras cuenta en All The Beauty and the Bloodshed.

No estoy tan seguro de sus méritos autorales. Además de recopilar las huellas visuales de la vida de Nan Goldin, lo que hace Poitras es mistificarlo: introduce en esa historia, de modo atropellado, la presencia de Goldin en las manifestaciones contra la criminal familia Sacker, los envenenadores multimillonarios dueños de Purdue Pharma y del opiáceo Oxycontin. No tiene esto en absoluto nada que ver con la trayectoria creativa de su protagonista. Pero Poitras no ha podido resistirse a meterlo, porque el best-seller El imperio del dolor y la serie Disney + Dopesick sumaban followers. Así que la casi siempre oportunista realizadora tira de los Sackler como quien saca al conde Drácula en una zarzuela. Y se lleva un desmesurado León de Oro que sumar a su vitrina de trofeos.

El Gran Premio de Jurado es también para una directora, Alice Diop —además, mejor ópera prima—, quien en Saint Omer aborda la violencia institucional contra las mujeres. Parte de Marguerite Duras y las colaboracionistas de Vichy, cuyo pelo fue rapado en la Depuración. E hilvana una relectura de Medea a partir no de acción dramática sino de una formal reconstrucción del juicio a una mujer que dejó morir ahogados a sus hijos en una playa. La violencia la representa el fiscal que quiere condenarla. Creo que no funciona del todo ni como arma ideológica ni como cine. Pero estos premios son parte del curso de este tiempo.

Rumbo al tercer Oscar

Era casi impensable que no se le concediese a la fastuosa Cate Blanchett la Copa Volpi como mejor actriz por su directora de orquesta diva, egotista, lesbiana y womanizer de Tàr. Es tal la elegancia y la sabiduría de su Plácida Domingo —pero con clase— que logra muchas veces que la película —una historia con una segunda parte alocada, indefendible, de opereta— sobrevive porque esa fascinación que fluye de cada gesto o mirada de Blanchett funcionan como miracular cortafuegos que lleva a que te aísles de todo lo que no sea ella. No descarten que sea esta la temporada de su tercer Oscar.

Me parece bello otorgar la Copa Volpi como mejor actor a Colin Farrell. En toda su carrera no ha ganado prácticamente nada, solo un Globo de Oro. Y no será casual que fuese por Escondidos en Brujas, un filme que dirigía el británico Martin McDonagh, que es precisamente el que lo llevó a Irlanda a rodar la ahora premiada The Banshees of Inisherin. Ya dijimos el día del pase que su personaje es un Farrell totalmente desfigurado, transformado en un tipo country, cejijunto y empeñado en salvar su amistad con su colega de siempre. Está excepcional Colin Farrell, por fin reconocido cuando ya parecía que estaba para interpretar al abuelo de Alejandro Magno. Por este filme se le dio a Martin McDonagh también el premio al mejor guion. Me parece que ahí pesa algo el prestigio de McDonagh, también oscarizado como guionista, aunque aquí su escritura sea de perfil bajo.

Tal y como ayer preludiamos, hubo Premio Panahi. Esa obligación de todos los jurados de todos los festivales de echarle una mano, primo, al gran autor encarcelado en Irán. Como es ya un galardón por decreto, cuando se trata de una obra tan lúcida y notable como No Bears pues qué menos que hacer que la medalla brille. Pero no. Le han dado el Premio del Jurado, que es algo así como el bronce o un accésit.

Y el que ha mordido palmarés hasta el hueso ha sido Luca Guadagnino por su película de vampiros on the road Bones and All. A mí me parece curiosa. Pero es —de lejos— lo menos imaginativo de la obra de Guadagnino. Ya se sabe, no se iba a ir de vacío la armada italiana en esta Mostra. Y por eso entiendo que se pasen veinte pueblos dándole el premio como mejor director. Y me encanta que valoren con el Premio Mastroianni a Taylor Rusell, la canibalilla afroamericana que hace dueto mordedor con Timothée Chalamet. O sea, que de esa película ganan premio todos menos Chalamet, quien ni siquiera alcanza ser valorado como promesa.

Es sangrante que el jurado no reserve ni un polvorón para el cine de alta escuela de Joanna Hogg o de Noah Baumbach. Para el tormento marilyniano de Blonde. O para el egoísmo piramidal de Iñárritu. Ya se sabe, era un grupo de jueces que metía mucho miedo. Han salvado los muebles y pueden decir que el León de Oro —en un festival que dicen machirulo— va por tercer año consecutivo para una mujer. Démoslo todo por bueno.