El represaliado Jafar Panahi extrema en «No bears» sus denuncias del régimen iraní

José Luis Losa VENECIA / E. LA VOZ

CULTURA

El director del festival de Venecia, Julianne Moore y Sally Potter con un cartel que pide la liberación del director iraní Jafar Pahani
El director del festival de Venecia, Julianne Moore y Sally Potter con un cartel que pide la liberación del director iraní Jafar Pahani GUGLIELMO MANGIAPANE | REUTERS

La Mostra de Venecia se cierra sin favoritos claros, aunque el mejor cine lo hayan puesto Joanna Hogg, Noah Baumbach y el ego de González Iñárritu

09 sep 2022 . Actualizado a las 21:14 h.

 El último tramo de la Mostra suele ser por norma algo así como lo que se llama en términos deportivos minutos de la basura. El comienzo del gran mercado de Toronto hace que el Hollywood que desembarca al comienzo del festival esté ya centrado el el business por Canadá

Pero esta última jornada de la 79ª edición reservaba a un autor que marca protagonismo en cada uno de los certámenes en los que participa. Lo que primero se debía solo a la lucidez del cine de Jafar Panahi ha sumado a esto, en la última década, la simbología de su figura como represaliado de largo recorrido del régimen de Teherán.

Con No Bears, que cerró la competición por el León de Oro, Panahi da un paso más en la gravedad de lo que sus películas definen como un país en estado de sitio, al menos para los creadores que no comulgan con los ayatollahs y el Libro. Si en algunas de sus obras anteriores había incluso algo de humor -en la forma en que Panahi, como un superhéroe persa, sorteaba de mil maneras su arresto domiciliario- en No Bears lleva al extremo la violencia del sistema. Se orquesta sobre su conocido juego entre realidad y ficción ?el cine dentro del cine- y el propio Panahi da más que nunca la cara como protagonista de otro de sus valiosísimos juego de las metaficciones. Que no es ya para nada lúdico sino tétrico.

Como ya estamos avisados por muchas ocasiones anteriores, en estos últimos años cada festival en el cual se ha presentado una de las películas del iraní -sin él, que tiene vetada la salida del país- le ha otorgado alguno de sus galardones, sino el mayor de ellos. Es el ya conocido como Premio Panahi, por decreto. Estas posibilidades aumentan cuando estamos ante una de sus obras de relevancia creativa y no solo simbólica.

Ninguna de las otras dos películas que se sumaron a la recta final le hizo bien al balance de la edición, la menos brillante de estos últimos años de cierto esplendor bajo la batuta de Alberto Barbera. La Italia Susanna Nicchiarelli se ha especializado en realizar biopics de mujeres que alcanzaron la celebridad. Sus películas sobre la cantante Nico y sobre la hija del filósofo del materialismo dialéctico (La joven Marx) fueron celebradas en este festival muy por encima de sus merecimientos.

Con Chiara, Nicchiarelli se quiere marcar algo parecido con la hermana de Francisco de Asís. Todo le sale tirando a lamentable. La idea de empoderamiento la asocia Nicchiarelli con protagonistas femeninas que salvaban bien el tipo en el caso de la hija de Marx. Pero esta franciscana de la corriente crítica que encarna Margherita Mazzuco en Chiara resulta hosca, en guerra con un papado tripero que se pone las botas comiendo faisanes. Y el recurso al anacronismo de inyectar música actual a los pasos de la heroína parece ya un burdo autoplagio de autora sin recursos. Además, cada vez que entra en escena este Francisco de Asís tan extraño no puedo evitar acordarme de Charlie Manson y su troupe.

Y la francesa Les Miens, de Roschdy Zem, es una tragicomedia que quiere mostrar las fisuras de una gran familia de origen magrebí que ha alcanzado niveles de prosperidad que no se corresponden con lo poco solidarios que se muestran unos con otros. El argumento es de una insustancialidad tan frívola y errática que te demuestra que Maiwenn¨-uno de esos nombres cuyo poder en el cine galo nunca entenderás-, responsable de su escritura, siempre puede superarse a la hora de hacerlo peor.

A ver quién se atreve a hacer cábalas con el jurado de este año. Sin que hayamos visto ninguna película mayúscula, los mayores valores están, además del citado Panahi, en propuestas tan diversas como la de la británica Joanna Hogg, el norteamericano Noah Baumbach y el ego del mexicano Iñárritu. Pero me temo que ninguno brille en un palmarés que puede ser una degollina.