Howard Carter saqueó el tesoro funerario de Tutankamón antes de comunicar su hallazgo

Miguel Lorenci MADRID / COLPISA

CULTURA

En noviembre se cumplirá el centenario del hallazgo del tesoro de Tutankamón por el arqueólogo británico Howard Carter.
En noviembre se cumplirá el centenario del hallazgo del tesoro de Tutankamón por el arqueólogo británico Howard Carter.

Una carta inédita revela que el arqueólogo británico robó objetos de la cámara mortuoria del faraón y selló de nuevo la tumba antes de su apertura oficial

17 ago 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

El prestigio de Howard Carter, uno de los descubridores de la tumba de Tutankamón, ya estaba en entredicho. Pero se desmorona en este año en el que se cumple (en noviembre) el centenario del hallazgo del tesoro del joven faraón de la XVIII dinastía en el Valle de los Reyes. Una carta inédita revela que saqueó la tumba antes de que su descubrimiento se hiciera oficial. Que la abrió y volvió a sellarla. Se confirman así las sospechas, expresadas por los egipcios ya en 1922, de que su descubridor mintió y se lucró con el legendario y mediático hallazgo. El rumor era centenario, aunque hasta ahora nadie había aportado pruebas del robo. Pero todo cambió con la difusión de una carta manuscrita en 1934 por sir Alan Gardiner, prestigioso filólogo británico, académico y miembro del equipo de excavación de Carter, y cuya contribución fue definitiva para descifrar y traducir los jeroglíficos de la tumba del joven faraón enterrado cerca de Luxor hace 3.300 años.

La carta revela que Carter entregó a Gardiner un amuleto de los usados en las ofrendas mortuorias asegurándole que no procedía de la tumba. Pero él mostró el objeto a Rex Engelbach, el entonces director británico del Museo Egipcio de El Cairo, quien constató la semejanza de la pieza con otras halladas en la tumba, todas procedentes del mismo molde. Engelbach comprendió sin dudar que el amuleto procedía de la cámara mortuoria de Tutankamón y que Carter había mentido a su colega. Un enfadado y defraudado Gardiner escribió a Carter dándole cuenta de las apreciaciones de Engelbach y echándole en cara que le hubiera premiado con un objeto robado. «Lamento profundamente haber sido puesto en una posición tan incómoda. Naturalmente, no le dije a Engelbach que había obtenido el amuleto de ti», se lee en uno de los párrafos de la carta adelantados el pasado fin de semana por The Observer. La comprometedora misiva pertenece a una colección privada que Oxford University Press publicará en su totalidad en el libro Tutankamón y la tumba que cambió el mundo. Su autor es Bob Brier, prestigioso egiptólogo de la Universidad de Long Island para quien la nueva carta es una «prueba definitiva» de latrocinio.

«Se sabía que Carter tenía artículos, y la gente sospechaba que podría haberse aprovechado, pero estas cartas son una prueba irrefutable», insiste Brier. Explica que Carter «jamás admitió» las acusaciones, pero que tampoco existe «ninguna negación oficial», por más que «el Gobierno egipcio excluyó a Carter de la excavación durante un tiempo». «Había muchos malos sentimientos hacia él y pensaban que estaba robando cosas», agrega el egiptólogo.

Brier, que no alberga dudas sobre el inmoral y reprobable comportamiento de Carter, recordó a The Observer que los arqueólogos y autoridades egipcias sospecharon desde el principio que Carter y miembros de su equipo penetraron en el sepulcro y se llevaron objetos antes de lo que reflejaron en sus comunicaciones oficiales. «Se sospechaba que entraron en la tumba antes de su apertura oficial y que saquearon objetos y joyas que fueron vendidas tras sus muertes», sostiene Brier.

Confirma que los egipcios no pudieron demostrar sus tempranas sospechas, pero que estaban convencidos de que Carter planeaba robar una cabeza de madera de Tutankamón que se encontraba en su poder, además de muchos objetos de su propiedad que se hallaron en el mercado de antigüedades egipcias y que «claramente provenían de la tumba».

Lord Carnarvon financió tanto la expedición que Carter supervisó hasta 1932 como el traslado de los objetos de la tumba hasta el Museo Egipcio de El Cairo. Carter aseguró que los tesoros más valiosos habían sido saqueados en la antigüedad, afirmación que muchos egiptólogos pusieron en duda. The Observer recuerda que ya en 1947 un empleado de Carter, Alfred Lucas, aseguró en una revista científica egipcia que su jefe había abierto en secreto la puerta de la cámara y que volvió a sellarla.

En unos meses se cumple el primer centenario del hallazgo de la tumba del faraón niño y su fabuloso tesoro. El 4 de noviembre de 1922 se descubrió el primer peldaño de la escalera que conducía a la cámara en la que Carter dijo ver «cosas maravillosas» por primera vez el 26 de noviembre a través de un orificio. La tumba denominada luego KV62 albergaba divanes, tronos, altares, carros y cientos de objetos de un ajuar funerario necesario para el viaje al más allá de un rey muerto a los 19 años y que debía traspasar el umbral del mundo de los muertos, según las creencias egipcias. El hallazgo renovó el interés por la egiptología hasta convertirla en egiptomanía. Entre aquellos objetos, destacan el sarcófago y la máscara funeraria de oro de Tutankamón, convertida en el emblema más reconocible del Antiguo Egipcio y hoy la pieza estelar del Museo de El Cairo.