«Pagliacci», una crónica de sucesos convertida en ópera por Leoncavallo

CULTURA

De izquierda a derecha, los directores José Miguel Pérez-Sierra (musical) e Ignacio García (escena).
De izquierda a derecha, los directores José Miguel Pérez-Sierra (musical) e Ignacio García (escena).

Los directores José Miguel Pérez-Sierra (musical) e Ignacio García (escena) ensalzan la actualidad de la obra que acogió el Teatro Colón en el marco de la Programación Lírica

27 sep 2021 . Actualizado a las 17:15 h.

«Sabes que para esta obra Leoncavallo se inspira en la noticia de un diario de la época, en una crónica de sucesos, que habla de que un actor ha matado a su mujer por una identificación que había entre lo que pasaba en la obra de teatro y lo que pasaba en su vida. Leoncavallo, que es un hombre de una visión teatral bestial, sabe que ahí hay una historia formidable para ser contada y que esta dicotomía entre el teatro y la vida, esta confusión, en el teatro tiene mucha miga». Lo explica Ignacio García (Madrid, 1977), director de escena de la ópera Pagliacci que se representó este viernes y este domingo en el Teatro Colón de A Coruña, dentro de la programación lírica de Amigos de la Ópera.

«Por desgracia, lo que estaba de actualidad en 1892 cuando Leoncavallo la escribió sigue de actualidad. Verlo en escena es una condena más a este tipo de actitudes y un instrumento útil para generar esa reacción que provoca en el pueblo donde están realizando la función, pues al público real le produce la misma sensación de rechazo». Es la reflexión de José Miguel Pérez-Sierra (Madrid, 1981), que en esta producción del Teatro de La Zarzuela dirige la Orquesta Sinfónica de Galicia y el coro Gaos.

Un hombre posesivo y violento

Señala Pérez-Sierra que «muchas veces a Canio [encarnado por el tenor Alejandro Roy] se le ha representado como un pobre hombre traicionado. Sin embargo, en la producción de Nacho García se ve desde el primer momento que es posesivo y violento. Si Nedda [Vanessa Goikoetxea, soprano] trata de huir de su marido es precisamente por eso».

Esta obra «es teatro dentro de teatro y me parece que es un título bonito [Payasos] para proponer en esta época y hacernos un homenaje a nosotros mismos. Han sido momentos difíciles. Creo que estamos todos de enhorabuena porque estamos volviendo a la normalidad. Vamos viendo salas al 100 % en todos los sitios, menos en Galicia. Esperemos que aquí también sea pronto. Es una pequeña reivindicación que hay que hacer. La cultura es segura y se ha demostrado incluso en los peores momentos y ahora hay que potenciarla».

También Ignacio García, que dirige el Festival de Teatro de Almagro, plantea este Pagliacci como un reconocimiento: «La obra es un homenaje a los comediantes y a la vida de quienes van contando historias por los caminos. Creo que en estos momentos, después de las dificultades que el mundo del espectáculo ha pasado, la obra tiene una profundidad sentimental mayor porque se entiende esa dureza. Es ese homenaje a los cómicos que incluso cuando están tristes, cuando están derrumbados, cuando la vida les trae reveses, siguen peleando por subir a un escenario. Eso es muy poético. Esa es una parte muy emotiva. A mí me conmueve mucho la música de Leoncavallo. El espectáculo tiene esa línea de fascinación de cuando los comediantes arriban a un pueblo, la alegría que produce su llegada…».

Cultura: educación comunitaria

Ignacio García coincide con Pérez-Sierra en la defensa de la cultura, «pero hay que dar un paso más allá de considerarla un entretenimiento: hay que considerarla una parte esencial de nuestra educación comunitaria. De la pandemia salimos todos volteados para plantear qué sociedad somos y qué sociedad queremos ser. En un espectáculo como este vemos quién se porta de una manera solidaria y quién no. No se trata de una cosa maniquea de buenos y malos, es algo mucho más complejo. Ante una situación x, en la que puedo obrar bien o mal, decido apostar por la violencia o por la concordia. Eso está a la vista del espectador todo el tiempo en esta obra».

García sabe de dificultades ya que celebrar el Festival de Almagro estos dos últimos años ha sido calificado como una heroicidad que él atribuye a que «hay un equipo detrás muy comprometido. De hecho, teatros de toda España, y de fuera, nos preguntaban cómo lo estábamos haciendo. Pero hay una cosa importante, que también pasa en A Coruña: el público que va al teatro, el que va a la ópera, no solo ama la cultura, ama la convivencia. Tiene una educación en la convivencia y esto también hay que ponerlo en valor porque la cultura transforma la sociedad. Por eso precisamente en momentos de dificultad hay que seguir defendiendo la vida cultural porque es la que nos mejora como sociedad».

Un director sin etiqueta

En esa vida cultural se mueve, y mucho, Pérez-Sierra, que debutó en el 2005 dirigiendo la Orquesta Sinfónica de Galicia, a la que le trajo Alberto Zedda, «que para mí fue maestro de música y vida». Desde entonces ha mantenido una intensa actividad y ha sido calificado como el director total: «Supongo que será porque hago muchas cosas, pero me parece que lo que soy es un director normal. Hoy empezamos por etiquetar y eres lírico o eres sinfónico. Siempre digo que no hay directores líricos o sinfónicos: hay los que pueden hacer ópera y los que no». Resume su huida de los encasillamientos, que considera empobrecedores, afirmando: «Soy especialista en música».