Johnny Depp al recoger el premio Donostia: «Una sola frase basta para hundirte»

Oskar Belategui COLPISA

CULTURA

Johnny Depp, al recoger el premio Donostia
Johnny Depp, al recoger el premio Donostia Alberto Ortega | Europa Press

«Gracias por no comprar lo que dicen de mí, que es falso», se defiende el actor, que recibió un polémico galardón en San Sebastián

23 sep 2021 . Actualizado a las 08:29 h.

 Johnny Depp (Kentucky, Estados Unidos, 1963) atesora una voz preciosa, profunda y aterciopelada, que le ha servido para dar vida a personajes memorables, del capitán Jack Sparrow de la saga Piratas del Caribe al periodista Raoul Duke en Miedo y asco en Las Vegas. Sin embargo, cuando comparece ante los periodistas, esa voz adquiere matices casi letárgicos, tal es la cadencia que el actor imprime a sus respuestas, en las que divaga y se pierde sin llegar a terminar una frase.

Claro que la culpa de que ayer hablara tan lento pocas horas antes de recoger el Premio Donostia más polémico en la historia de los galardones la tiene las pocas horas de sueño. Depp llegó al hotel María Cristina de San Sebastián a las cuatro y media de la mañana después de que el avión que le traía a Biarritz se desviara a Toulouse. Al menos, en la rueda de prensa apareció puntual, bajo una gorra y las habituales capas de ropa y fulares que suele vestir.

El moderador del festival no permitió ninguna pregunta relativa a la vida personal del actor, inmerso en un embrollo legal con su exmujer, la actriz Amber Heard, que fuera de los tribunales le ha acusado de malos tratos. Tan solo se deslizó una cuestión relativa a la cultura de la cancelación, esa que ha provocado que el actor ya no vuelva a encarnar al capitán Sparrow en los filmes de Disney.

«Ahora se juzga de manera inmediata»

«Es una situación compleja», arrancó Depp. «Ahora se juzga de manera inmediata, se exhala mucho aire contaminado. De todas formas me siento seguro, porque cuando te enfrentas a algo tan alucinante y sobrecogido es algo que te golpea desde muchos ángulos. Los distintos movimientos que surgieron hace bastantes años, muchos de ellos con las mejores intenciones, se están descontrolando. Os puedo prometer que nadie está a salvo, ninguno de vosotros ni la gente fuera de esta sala».

El protagonista de Eduardo Manostijeras alertó sobre los juicios paralelos en las redes sociales. «Con tal de que alguien esté dispuesto a decir una sola frase ya te han dado en la diana y no tienes campo para resolverlo», lamentó. «No solo le ha pasado a alguien famoso como yo, sino a mucha gente, hombres, mujeres y niños. Tristemente, empezamos a pensar que esta manera de actuar ya es normal. Nadie está a salvo.

Pero si estás armado con la verdad, es lo único que necesitas». Y recomendó: «Cuando haya una injusticia contra ti o contra otra persona, toma una postura y no te quedes sin hacer nada, porque te necesitan».

Sparrow y los niños

Finiquitadas las cuestiones personales, Depp repasó una carrera que se acerca al centenar de títulos y que arrancó en 1984 con un papelito en Pesadilla en Elm Street. El género de terror, descubrió, siempre ha sido uno de sus favoritos. «De chaval fueron muy importantes para mí las películas mudas que veía en televisión: Chaplin, Keaton. Después, al crecer, las cambié por los clásicos del terror en blanco y negro: Drácula, Frankenstein, el Hombre Lobo. Cuando Tim Burton y yo nos conocimos conectamos por ese lado, a los dos nos encantaba ese tipo de cine». El Willie Wonka de Charlie y la fábrica de chocolate, el Sombrerero Loco de Alicia en el País de las Maravillas, desveló algo que ya sabíamos: que se siente muy a gusto detrás de un disfraz y una capa de maquillaje.

«Me gusta el terror porque puedes ocultarte detrás de una máscara y escapar de la gravedad de ser quién eres», explicó. «Me siento mucho más cómodo cuando me oculto detrás de una máscara o una caracterización que cuando soy yo mismo, es algo que me ayuda a alejarme de mi nombre».

Depp agradeció el Premio Donostia a un festival al que ha venido en unas cuantas ocasiones, sin ir más lejos el año pasado en calidad de productor de un documental sobre el cantante de Los Pogues, Shane MacGowan, compañero de farras. «Tengo que dar las gracias a José Luis (Rebordinos), a los trabajadores del festival y al alcalde de la ciudad», cumplimentó.

«Me preocupaba si mi presencia aquí iba a ofender a alguien, porque yo no quiero ofender, tan solo me dedico a hacer películas. Gracias por no comprar lo que dicen de mí, que es falso. Me encanta San Sebastián y lo respeto mucho, porque es un festival de cine real, donde lo que importa son las películas y no hacer la pelota a nadie». Para Johnny Depp, que ha estado tres veces nominado al Óscar sin conseguirlo, los premios son «bestias extrañas». Aborrece la idea de competir con nadie, así que ironizó al saberse ganador del Donostia: «Probablemente mi nombre haya salido por error de un sombrero.».

Su personaje más popular, el que le convirtió durante años en uno de los actores mejor pagados de Hollywood, es el capitán Jack Sparrow.

«Nunca me va abandonar», reconoció el actor, que a pesar de ser despedido por Disney sigue disfrazándose de pirata para acudir a hospitales a visitar a niños enfermos. «No necesito a ninguna compañía para ser Jack Sparrow, puedo hacerlo yo mismo, y ese es el mayor placer», retó. «Veo la valentía en los ojos de los niños y a esos padres que están casi muriéndose por la incapacidad de ayudar a sus hijos enfermos divertirse por treinta segundos. De eso va para mí el capitán Jack Sparrow».

Su análisis del «juego de Hollywood», en el que lleva más de treinta años «sin pasar por el aro», tuvo en cuenta la profunda transformación que ha sufrido la industria audiovisual con la pandemia. «Hollywood ya no es lo que era. Yo no me llamaría a mí mismo artista, pero siento que pertenezco a la parte creativa de este negocio. ¿Cuántas fórmulas repetidas necesitamos?», se preguntó. «Hollywood ha subestimado de manera grotesca al público. Con la pandemia, todos nos hemos quedado en casa y hemos visto las películas que hemos querido. Y eso no está mal. Para alguien que gana 700 dólares a la semana, ir a cenar y al cine con su mujer y sus hijos es un lujo. La máquina de cine de Hollywood tiene fallos de diseño y se están dando cuenta ahora de ello. Yo me alegro de hacerlo hecho hace tiempo».