«El Invencible», última novela de Stanislaw Lem rescatada por Impedimenta
CULTURA
Enmarcada justo en medio de dos de sus obras mayores -Solaris (1961) y Ciberíada (1967)-, Stanislaw Lem (Lvov, 1921-Cracovia, 2006) escribió en 1964 El Invencible, una novela importante en su producción pese a que en España es aún poco conocida. Y eso que hay una edición del relato que data de 1986 en el catálogo de Minotauro y tras cuya versión estaban Matilde Horne (seudónimo que usaba la traductora bonaerense Matilde Zagalsky) y Francisco Abelenda (nombre bajo el que se ocultaba el propio fundador del sello, el corcubionés emigrado y afincado en Argentina Francisco Porrúa, que para entonces ya se había instalado de regreso en Barcelona); la misma pareja, por cierto, que trajo al castellano El señor de los anillos. Ahora acaba de recuperar el título Impedimenta, gran estandarte del narrador polaco, de la mano de su director, Enrique Redel, que ha puesto ya en los escaparates una docena de libros de Lem, la mayoría con nuevas traducciones desde el polaco. Es más, gracias a su tesón y su trabajo, ha revivido con fuerza la afición por sus obras, algunas de las cuales alcanzan un número de ediciones notable: Solaris, a la cabeza, con once; El hospital de la transfiguración, ocho; Vacío perfecto y Máscara, cinco cada una; y Golem XIV, cuatro. En octubre publicarán una novela inédita en español, El profesor A. Dónda, un texto satírico de ciencia ficción apocalíptica, «una amarga farsa sobre nuestra civilización», avanza el editor. Y en el mes siguiente, la monumental y minuciosa biografía debida al periodista cultural Wojciech Orlinski (ya aparecida en Argentina hace unas semanas en Ediciones Godot). Puede decirse que entre Impedimenta y el fondo de Alianza el lector puede hoy gozar ampliamente del genio literario del autor de Diarios de las estrellas. En El Invencible la nave interestelar que da nombre al relato afronta una compleja misión: rescatar a su gemela de guerra, El Cóndor, perdida en el lejano y deshabitado planeta Regis III. La aventura, como es habitual en Lem, derivará en un viaje con buena carga de reflexión existencial.