Agustín Ferrer: «Mies aplicó su célebre 'menos es más' no solo a su obra, sino también a su vida»

Fernando Molezún A CORUÑA / LA VOZ

CULTURA

Agustín Ferrer, autor del cómic «Mies», bromea ante el edificio del Kiosko Alfonso, vestido para acoger las exposiciones del salón Viñetas. A la derecha, dibujo dedicado por el artista a los lectores de La Voz
Agustín Ferrer, autor del cómic «Mies», bromea ante el edificio del Kiosko Alfonso, vestido para acoger las exposiciones del salón Viñetas. A la derecha, dibujo dedicado por el artista a los lectores de La Voz

El arquitecto y autor de cómics presentó su biografía del que fue director de la Bauhaus

23 ago 2020 . Actualizado a las 05:00 h.

Una de las más gratas sorpresas que ha dejado esta edición tan sacrificada del salón del cómic de A Coruña, Viñetas desde o Atlántico, que ya llega a su fin, ha sido poder contar con la presencia de Agustín Ferrer y disfrutar de la exposición basada en su libro Mies, en el que este arquitecto y autor de cómics repasa la azarosa vida del que fue director de la Bauhaus, Mies van der Rohe. Un derroche de calidad ilustrativa y narrativa que rompe la tendencia habitual hacia la complacencia y la obviedad de este tipo de trabajos biográficos.

-¿No se sintió intimidado ante el personaje?

-Hay biografías de este hombre a punta pala, así que tampoco tenía mucho miedo de meter la pata. Me limité a reflejar lo que hizo e interpretar algunos momentos de su vida, dramatizándolos, y viendo cómo el devenir de su vida fue lo que terminó perfilando sus obras. Esa frase célebre de Mies que dice «Menos es más» es algo que aplicó no solo a sus obras sino también a su vida. Fue apartando cosas y personas que le iban sobrando en ese camino de búsqueda de la libertad creativa.

-No se trata de un homenaje, esta biografía no es nada complaciente con el protagonista.

-En absoluto. Son hechos que están ahí, siempre con el fin de construir, aunque sean criticables. Como su acercamiento al nazismo: no le importaba el cliente, solo la obra. O el ir abandonando a personas queridas, a su propia familia, a sus hijas o a su socia y amante en la Alemania nazi. Quizá tendríamos que haber vivido esa época y esos hechos para entenderlo.

-¿Por qué precisamente Mies van der Rohe y no otro monstruo de la arquitectura?

-Para mí hay tres patas fundamentales: Le Corbusier, Frank Lloyd Wright y Mies. Pero a Le Corbusier lo descarté porque es un misógino, antisemita y feo, así que no me gustaba para hacer el cómic, a pesar de que su arquitectura me encanta. A Lloyd Wright lo tengo en mente para dentro de unos años, cuando se cumplan los 70 años de su muerte y evitar así posibles pleitos. Pero es un tío muy mentiroso y no se sabe ni cuándo nació, se quitaba años porque era muy presumido. Y quedaba Mies, que además es muy de mi estilo. También me planteé hacer algo con arquitectas que han quedado al margen, ocultas por sus maridos o sus socios. Pero no encontré la fórmula de hacerlo, porque siempre tropiezo con terrenos muy delicados, envueltos en pleitos y demás.

-¿Cuándo se pondrá con el cómic de Lloyd Wright?

-Antes tengo el encargo de hacer un cómic, una ficción, sobre el robo de una de las obras de arte que se pasaron del Museo del Prado a Valencia en la Guerra Civil para protegerlas de los bombardeos. Y me gustaría hacer una biografía sobre Gustav Klimt. Tengo muchas cosas en cartera y poco tiempo. Y espero que con esos cómics ya me retire [ríe].

-Sorprende la minuciosidad y cuidado que ha puesto en el apartado gráfico.

-Pues me niego a repetir una viñeta. O sale bien o me pongo a otra cosa. Soy muy vago para eso. Sí que hubo para eso mucha labor de documentación, de recopilar imágenes. Pero tampoco quería que fuera un catálogo de obra de Mies. Si no les habría encantado a los arquitectos, pero yo quería llegar al público general, para mostrarle que la vida de los arquitectos es interesante, que no son solo gente que nos hace la vida más incómoda, como le pasa recientemente a algún arquitecto estrella.

-En la exposición podemos ver los originales, hechos de manera totalmente analógica, a la antigua.

-Estuve trece años en un estudio de arquitectura dibujando planos y llegó un momento en que parecía que estaba haciendo diálisis, enganchado al ratón del ordenador. Ahí me propuse trabajar todo lo que pueda con la mano, como lo han hecho todos los pintores y dibujantes, solo utilizo el ordenador al final, para meter textos y eso. Le tengo miedo a esas tecnologías. Además, así puedes montar una exposición digna con los originales, que quedan para enmarcar.