Knud Rasmussen, el guardián de los mitos y leyendas del pueblo inuit

H. J. P. REDACCIÓN / LA VOZ

CULTURA

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Es el primer hombre que atravesó en trineo de perros el Paso del Noroeste hasta Siberia en un recorrido de 18.000 kilómetros

06 jul 2020 . Actualizado a las 09:01 h.

Es muy conocido Knud Rasmussen (Ilulissat, Groenlandia, 1879-Copenhague, Dinamarca, 1933) por sus gestas como explorador a comienzos del siglo XX, no en vano fue el primer hombre que atravesó en trineo de perros el Paso del Noroeste -entre el océano Atlántico y el Pacífico y a través de Alaska- hasta Siberia en un recorrido de 18.000 kilómetros. Pero más allá del aventurero polar, está el antropólogo, la persona comprometida con su pueblo, con sus orígenes, empática, con gran sentido del humor y arrolladora sociabilidad, que convivía y se paraba con los nativos, sus paisanos -que lo llamaban El hombre al que precedía su sonrisa-, estudiando su cultura, respetando su lengua y sus costumbres. De algún modo, aquel viaje era un regreso al paraíso de los paisajes de hielo de su infancia -a los 12 años su familia lo envió a estudiar a Dinamarca, lo que supuso una ruptura traumática en su vida adolescente-. Recordaba cómo, siendo un niño, había escuchado a una anciana la historia de los legendarios pobladores del norte. La idea de encontrarlos nutrió en buena medida su peripecia vital, como recuerda la traductora Blanca Ortiz Ostalé en el prólogo del libro de Rasmussen Mitos y leyendas inuit que trajo al castellano para el sello Siruela.

Rasmussen defendió e indagó los rasgos comunes en la lengua, las tradiciones, las leyendas, los mitos ancestrales... en las tribus inuit que halló desde Groenlandia a Siberia y reunió en varios volúmenes aquellos relatos -los oqalugtuat y los oqalualât- que escuchaba a la luz de una lámpara de grasa, y que pedía que le narraran de nuevo para poder anotarlos mejor. Fue el verdadero guardián de una cultura oral amenazada de extinción, y que él, con sus más de treinta años de dedicación, contribuyó a salvaguardar. El tomo de Siruela ofrece una pequeña pero gozosa selección.