Existe un pacto de lectores sobre este libro de Lemaitre: el silencio. Y yo no lo voy a romper. Nadie que sepa disfrutar de una buena historia de intriga cometerá la torpeza de destrozar a otro letraherido esta magnífica novela, obra de uno de los mejores representantes del noir francés. Pierre Lemaitre construye aquí un perfecto engranaje, de encaje milimétrico, que nos mantiene página a página con el alma en vilo y el estómago encogido. Sometidos al terror que destila la maldad fría y pura de la trama nos paralizamos ante la prosa precisa que nos clava sus garras y nos impide cerrar el libro. Desertar no es posible, y a pesar de la dureza, leemos hasta el final sufriendo y disfrutando con igual intensidad.
La historia funciona como un mecanismo de relojería. Nada es gratuito y todo tiene su función. La trama se tensa paso a paso y en algunos recodos nos espera lo inesperado. Ya sé que no te estoy aclarando nada, pero de eso se trata. Léela y no la cuentes.