Teo Cardalda: «Soy un cachondo mental»

CULTURA

MARTINA MISER

El músico de Cómplices y Golpes Bajos medita asentarse en Galicia y admite que sus hijos a veces le vacilan hablando de música

21 jun 2020 . Actualizado a las 02:00 h.

Pillo a Teo Cardalda (Vigo, 1962) de vuelta del supermercado: «No te preocupes, tú pregunta», me dice a través del teléfono de su coche. Despacha la entrevista con simpatía y proximidad, como si lo llevara haciendo toda la vida. En realidad, lo lleva haciendo toda la vida. Con personajes así, da gusto.

-Es usted de Vigo...

-De Bouzas, que es como el pueblo de Astérix.

-Una canción de Los Enemigos decía que nunca amanece en Bouzas.

-Ja, ja. Antes era un suburbio, pero ahora es un barrio maravilloso. Siempre fue un sitio superespecial, para lo bueno y para lo malo. Yo lo llevo en el corazón.

-En la Wikipedia pone que se llama usted Teodomiro. Supongo que así solo le llamarían sus padres.

-Mi padre se llamaba Teodomiro. En el colegio era un problema porque se descojonaban de mí. Por eso era Josiño, siempre, hasta que en Golpes Bajos, Germán [Coppini] empezó a llamarme Teo y así me quedé.

-¿Qué está haciendo ahora?

-La verdad es que la locura esta del virus nos pilló en Galicia, en Gondomar y hemos hecho canciones nuevas y estoy preparando una cosa sobre Valle-Inclán que es musical, pero también un libro. Estoy disfrutando de mi tierra después de muchísimos años en Madrid. Siento que me estoy haciendo mayor y necesito estar en mi entorno natural que es Galicia.

-¿Ya se ha instalado aquí definitivamente?

-No, pero... Yo ya tengo un estudio de grabación aquí y creo que voy a instalar aquí mi cuartel general.

-¿Ha sacado alguna lección del confinamiento?

-La gente a la que respeto dice que estamos equivocados, que el mundo está equivocado, que necesitamos un parón y reconvertirnos en muchos aspectos. Esa es la conclusión más importante. Y la pena por los que se han ido, porque yo creo que hemos perdido en los últimos años mucho respeto a la gente mayor. Hay un problema de educación tremendo.

-Echemos una miradita al pasado. De Golpes Bajos todavía se habla con reverencia. Estará orgulloso.

-La verdad es que fue todo muy sorprendente. La emoción derramó el vaso. Eso tuvo cosas buenas y malas, porque quizás fue la causa de que Germán y yo nos volviéramos un poco locos y discutimos, nos peleamos y disolvimos el grupo. Fue una época maravillosa; Vigo era una ciudad muy viva. Aunque todo está ennegrecido por la muerte de Germán.

-Han tenido una especie de revival, con la grabación del disco de Iván Ferreiro, se han vuelto a juntar...

-Iván fue siempre un superfán. A mí me gustó mucho lo que hizo. Quizás ahora falta un poco esas emociones que transmitía un grupo como Golpes Bajos. Fue una carrera muy cortita pero muy intensa.

-De aquella, más movida en Vigo que en A Coruña.

-En A Coruña también salían cosas y estaba Nonito Pereira empujando, pero Vigo se llevó la palma. Éramos cuatro pero hacíamos muchísimo ruido. Siniestro, Os Resentidos, Alberto Comesaña, diseñadores de ropa, pintores... Con Golpes nos vimos de repente comiendo con Carlos Berlanga y Olvido Gara en Madrid. Y éramos unos provincianos. Vigo tenía más nervio que A Coruña.

-¿Algún concierto especial?

-Hay muchos. En la antigua sala Zeleste, de Barcelona; el primero en Rock-Ola, con toda la emoción que había... Los conciertos en Vigo, en Castrelos... Lo de Golpes era muy emocionante. Pero había de todo. A mí me rompieron una vez un teclado en Murcia con botes de cerveza rellenos de arena.

-Leí en algún sitio que había dicho que el éxito se lleva mal con la creatividad.

-Y lo sigo pensando. El éxito es contraproducente; hay que dejarlo reposar.

-Usted tiene hijos.

-Tengo cinco. Y con la misma. Dos de ellos, músicos.

-¿Qué piensan de su música?

-Al más indie le vuelven loco Golpes Bajos. Pero es verdad que a veces me vacilan, aunque es muy divertido intercambiar opiniones. Lo principal es el amor a la música. Yo tenía una chabola en casa de mis padres y ahí es donde empezó todo, en Bouzas. Metimos instrumentos y de allí no nos movíamos. No nos interesaban ni las chicas, ni las copas. Por allí pasó todo el mundo, Siniestro, Reixa... No estaba insonorizado y los vecinos no decían ni mu.

-Dígame algo sobre el reguetón.

-Es la única música que he prohibido en mi casa. No me gusta ni la música ni las letras. Es como Gran Hermano, hace muchísimo daño a la sociedad.

-Cuando tiene tiempo, ¿qué le gusta hacer?

-Me gusta editar vídeos y andar en bicicleta por el campo. En cuanto puedo me piro con mi bici de montaña.

-¿Celta o Deportivo?

-¡Por Dios! ¿Cómo me hace esa pregunta? Soy del Celta y de Abel Caballero.

-Intente definirse en cuatro palabras.

-Me bastan dos: soy un cachondo mental. Me río más de mí mismo que nadie.

-Por cierto, ¿cómo hace para tener ese pelazo?

-¡Le juro que no he ido a Turquía! Todavía, porque estoy empezando a perder pelo en la parte de atrás. Y yo no soy de Barón Rojo, soy de Cómplices. Tal vez tenga que ir pronto.

-¿Qué tal cocina?

-Bien, bien, esa es otra de mis aficiones. Hago unas paellas y unas carbonaras maravillosas. Yo hago paellas todos los domingos.

-Dígame algo que le resulte repugnante.

-Pues, de esta última etapa, muchas cosas. Me ha resultado repugnante ver como los políticos perdían el tiempo acusándose unos a otros en la situación en la que estábamos. También el poco cariño a la cultura que hay en este país. Somos un país bastante inculto. Lo ves cuando te asomas a Francia o Alemania.

-¿Cuál fue el último concierto que fue a ver antes del confinamiento?

-Vi a Tony Lomba. Divertidísimo. Un desmadre desde el escenario, Muy divertido; surrealismo gallego maravilloso.

-Dígame una canción.

-Supper’s ready, de Genesis.

-¿Qué es lo más importante en la vida?

-Ser feliz y que te quiera alguien. El dinero, el sexo, son muy importantes, pero yo creo que lo más importante es hacer lo que te gusta y ser feliz.