La cámara como testimonio de soledades

Xesús Fraga
xesús fraga REDACCIÓN / LA VOZ

CULTURA

«Renaciendo sus raíces»
«Renaciendo sus raíces» álvaro trincado

El fotógrafo gallego Álvaro Trincado ha sido finalista de Lens Culture con una serie sobre el aislamiento en la sociedad actual

04 ago 2019 . Actualizado a las 21:59 h.

El sol del invierno proyecta contra una pared anónima la sombra de un árbol desnudo: las formas de las ramas parecen crecer de la silueta de una anciana que baja por la acera con el apoyo de dos muletas. En la escena se ve soledad, resistencia, dignidad.

La imagen se titula Renaciendo sus raíces y forma parte de la serie No acompañados con la que Álvaro Trincado Fernández (A Coruña, 1980) ha sido finalista del certamen de fotografía de calle convocado por Lens Culture. Seis instantáneas que Trincado ha compendiado de otras series en las que trabajan y cohesiona la intención de su autor. «La sociedad actual nos empuja a tomar decisiones que nos alejan constantemente de las personas que nos rodean», reflexiona Trincado. El resultado combinado del individualismo y comportamientos efímeros desemboca en esa soledad, desamparo e incomunicación que él captura con su objetivo.

Por tanto, No acompañados incide en la paradoja que implica ese aislamiento forzado en el que viven muchas personas en las ciudades contemporáneas. Una contradicción aparente que también se materializa en el ámbito de la imagen: la llegada de los teléfonos con cámara ha desencadenado un aluvión constante de fotografías de difusión masiva pero vida fugaz. Trincado, por el contrario, inicia un proceso que arranca con el «estado de ánimo» propicio y que casa vocación estética con un planteamiento ético. «Desarrollo proyectos personales que interpretan mi entorno como reflejo del misterio que envuelve la sociedad y las personas que habitan en ella», describe el fotógrafo. «Normalmente lo hago a través de vínculos emocionales comunes como la intimidad, la soledad, las rutinas y las creencias. Intento no descuidar la composición y estética visual de la propia imagen, ya que lo considero una parte muy importante en el lenguaje fotográfico», añade.

La fotografía constituye, de este modo, una cata para hacer aflorar cuestiones que los ritmos de vida actuales han enterrado, bien por rapidez, bien por cubrir determinados temas con la manta de un tabú. Es lo que Trincado denomina «identidades ocultas», sustituidas o reemplazadas por «personalidades banales». «Hay personas muy cercanas que, sin embargo, realmente pueden no llegar a conocerse», ilustra. Otro ejemplo es la imagen ficticia que se proyecta en las redes sociales, que se alimenta precisamente de lo visual, en busca incesante de los likes: «Es triste». 

Vocación temprana

La vocación de Álvaro Trincado por la fotografía viene de lejos. Se remonta a sus 10 años, cuando pidió como regalo una cámara compacta y se consolidó en la adolescencia durante un decisivo curso en Estados Unidos: «Fue un punto de inflexión. Me incorporé al equipo fotográfico del instituto y participé en la edición del anuario». A su regreso cambió el dinero del viaje de fin de estudios de 3.º de BUP por una cámara réflex y habilitó en casa un cuarto oscuro para revelar. La primera nómina se tradujo en el tránsito de lo analógico al digital, formato en el que Trincado trabaja desde hace años, aunque confiesa que recientemente con la serie Stranger Things le entró la nostalgia y desenrolló algún carrete que otro.

A la hora de decidir su futuro laboral, Trincado prefirió optar por el diseño industrial -se ha especializado en mobiliario, campo en el que sigue trabajando- y no por hacer de la fotografía su medio de vida, lo que le permite una relación con su afición presidida por el autodidactismo y la reflexión. La distinción de Lens Culture le ha proporcionado la reafirmación en sus planteamientos y repercusión local e internacional: participará en festivales de fotografía y en otoño abrirá una muestra en el restaurante coruñés El Valentín: «Aprecio lo que hacen este tipo de locales por integrar la cultura en su propuesta. Y, además, casi prefiero los lugares de paso, esos sitios donde uno se encuentra con el arte por sorpresa».