El viaje, físico y espiritual, de Heljskov recuerda al que narra Rick Bass (Texas, 1958) en Invierno (Errata Naturae). El norteamericano buscaba un cambio de escenario y lo halló en el valle del Yaak, en Montana, donde quedó hechizado por la fuerza del invierno. El libro es, según explica, «una crónica de una versión joven de mí mismo. Me sorprende cuántas cosas desconocía entonces y, aun así, cuánto era capaz de entender al primer vistazo. Una paradoja interesante que revela la integridad del instinto». El valle del Yaak lo atrajo por su facilidad para lo remoto y la soledad, algo que Bass, asentado en el enclave desde entonces -Invierno se publicó en inglés en 1991-, ha visto reducirse. «Sí, hay más gente. También la amenaza de un ocio más invasivo a través de una ruta senderista que amenaza una población de osos grizzly», relata.
Para Bass la clave de un buen libro de naturaleza, un género que experimenta un notable auge actualmente en el mercado español, es que debe «combinar los cinco sentidos». En todo caso, se alegra del creciente interés por estas narraciones: «Puede estar relacionado con una necesidad, en un mundo abstracto, de una escritura que apele a los sentidos».