Uxía Martínez Botana: «El músico es como un médium»

Xesús Fraga
xesús fraga REDACCIÓN / LA VOZ

CULTURA

Jorge García

La artista, una de las diez mejores contrabajistas del mundo, ha sumado la faceta docente a la interpretación

21 ago 2018 . Actualizado a las 08:27 h.

A unos meses de cumplir los 18, Uxía Martínez Botana (A Coruña, 1988) viajó con su contrabajo a Ámsterdam, donde se ha quedado hasta el momento, aunque ahora también reparte su tiempo con Bruselas, donde es principal de Orquesta Filarmónica. Este verano ha viajado a España para ofrecer sendos conciertos en San Sebastián y Torrella con The Brahms Project, además de clases magistrales en Zaragoza y en la escuela viguesa Bambera. Sobre sus facetas como intérprete y docente habla en el restaurante Árbore da Veira en el monte de San Pedro, que la intérprete siempre visita cada vez que se encuentra en su ciudad natal para reencontrarse con su paisaje.

-¿Qué tal como profesora?

-Para mí, la docencia es algo muy gratificante. Primero, porque me parece fantástico poder compartir la experiencia profesional y personal que he tenido yo en estos casi trece años que llevo en el extranjero. Otro de los motivos es que me encanta la conexión y la relación que se crea entre profesor y alumno. Es algo muy especial. Yo aprendo muchísimo de mis alumnos, en muchos de ellos me veo reflejada, en otros no, pero aprendo nuevas maneras para solucionar las cosas o problemas que he tenido o no he tenido. Me ha enriquecido muchísimo. Y creo que ha sido un lujo y satisfacción venir a mi país, todavía más a mi tierra, Galicia, y poder compartirlo con la gente joven en Galicia. Creo que tienen el derecho de nutrirse de las personas de mi generación que hemos tenido una carrera internacional amplia.

-¿Qué cualidades busca en un músico joven, aún en formación?

-Cada persona es un mundo. He tenido gente que con los años me ha sorprendido. Normalmente, lo que me he encontrado más a menudo es gente que consigue tener un sistema ordenado de trabajo y de dedicación, voluntad, sobre todo. Es importante centrarse en dar, más que en si gustarán o no, centrarse en servir a la música, en dar a la música. En la gente que es capaz de saltarse ese escalón hay una gran diferencia. Son más libres que los que a lo mejor no. Muchas veces se les enseña a ser una máquina técnica perfecta y creo que es una presión muy fuerte, porque todo lo que conlleva disfrutar un instrumento se pierde, y por ese motivo hay gente que termina dejándolo. Y es más saludable.

-Sin emoción la técnica puede ser virtuosismo vacío...

-Exactamente, el músico es un mago de las emociones. La música es algo casi metafísico. Un poema lo puedes leer, una pintura puedes verla, pero la música es algo que ni se ve ni se toca, solo se percibe a través del músico, es como si fuese un médium. Solo a través de él se plasma. No es solo el llegar a ser una máquina virtuosa, esa gente también llega a transmitir, pero creo que hoy en día es importante mentalizar a la gente de que no todo el mundo llega al top y no todo el mundo tiene por qué conseguirlo. Hay que enseñarles a disfrutar cada momento, paso a paso, porque hay tantas cosas que se pierde el alumno, de enriquecerse musicalmente y personalmente, solo pensando en que tiene que llegar, a entrar en una orquesta joven famosa, se pierde cosas importantes.

-Hablando de jóvenes y alumnos, ¿qué le diría ahora a la Uxía que se fue antes de hacer los 18?

-Vaya, esto sí que no me lo han preguntado [Reflexiona unos segundos]. Qué le diría. Yo soy muy crítica conmigo misma. La gente que me conoce sabe que hay pocas veces en que me gusto en los conciertos, siempre encuentro algo que está mal o que quiero cambiar, no estoy contenta. De lo que tienes en la cabeza a lo que puede salir hay un abismo. Por lo menos para mí, como músico, ha sido así. A la Uxía de casi 18 que se fue a Holanda le diría que dentro de lo crítica que soy conmigo misma eso me lo debería de valorar, esa voluntad que tuve para hacer algo así. No es fácil dejar un país, tu familia, tus amigos, donde no hablas la lengua y empezar una vida desde cero. A aquella Uxía le diría que bien hecho, porque no es nada fácil y hay que tener mucho coraje y valor y voluntad para hacer algo así.

«El contrabajo es un instrumento muy físico»

Uxía Martínez Botana está considerada en medios especializados una de las diez mejores contrabajistas del mundo. Su instrumento se conoce como The English Lady, datado en torno a 1800 y cedido por la holandesa Nationaal Muziekinstruenten Fonds, con su propia personalidad y que requiere una serie de cuidados. «Últimamente, lo que más me cansa es viajar -reconoce la intérprete-. De tocar y estudiar no me he cansado nunca, soy bastante workaholic. Lo que me cansa son los aeropuertos y las estaciones de tren. Eso sí que me quita energía. A nivel físico, lo que me ha ayudado muchísimo es el yoga. Es un ejercicio muy completo, sobre todo para músicos, porque también te permite liberar tu mente y estirar tu cuerpo. Y luego, cada vez que puedo, natación, por la espalda, sobre todo por el contrabajo, que es un instrumento muy físico, de lo que más sufres es de cervicales. Pero no se necesita ir al gimnasio todos los días. Soy muy vaga [ríe].

-¿Necesita otro billete para el contrabajo cuando viaja?

-Sé de gente que ha conseguido meterlo en la cabina del avión. Yo no he tenido esa suerte. Básicamente, va en una caja de vuelo. Mi primera parecía un ataúd blanco, pesaba 42 kilos. Y me duró muchos años, fue una gran caja. Pero hoy se ha avanzado mucho y puedes comprar cosas que no superen los 32 kilos, ya que si no tienes que pagar. Algunas compañías han avanzado en el tema de cómo tratar a los músicos. Recuerdo una vez que me llegaron a pedir 600 euros por llevarlo. Si lo pensamos, quizá la palabra abuso es un poco fuerte, pero sí que es una desconsideración hacia el trabajo de alguien.

-¿Qué cuidados necesita?

-Va en una caja de fibra de carbono. Por dentro está aislada térmicamente y tiene una funda, que hacen solo en Viena, que en el momento en que la cierras se queda a temperatura ambiente. Y además le meto humidificadores, que son como una serpiente verde que metes dentro del instrumento para aportar o quitar humedad. Depende del carácter del instrumento, hay instrumentos que lo sufren más o menos. Mi instrumento actual lleva peor este tipo de cambios que el que tenía antes.

-Este verano ha dado conciertos con The Brahms Project. ¿Qué tal la experiencia?

-Muy buena. Me lo he pasado genial con ellos. Han sido unos días maravillosos. Hemos estado en San Sebastián y Torrolla, me gustaron los dos muchísimos. En San Sebastián fue en un claustro. Me pareció un grupo maravilloso, que entre ellos trabajan genial. Estoy deseando hacer otra colaboración. Merece la pena. Me resulta muy gratificante poder volver con artistas españoles. Me llena mucho. Al final, cuando uno está tanto tiempo fuera de su país, el tipo de conexión que puedes tener con ellos siempre es diferente. Siempre hay una diferencia, aunque quieras mucho a gente de otros países, siempre hay mucha complicidad.

-Cada conjunto tiene su propia personalidad...

-Es como un matrimonio. Bien avenido y mal avenido a veces. Hay momentos de felicidad y otros en que vuelan los platos. Pero eso es lo bonito. Es una identidad, eso se crea y cada grupo es diferente. El Brahms Project tiene un tipo de carácter y mi ensemble, el Rubik, tiene otra totalmente diferente. Lo más bonito de crear un ensemble es casi como si naciese una persona. Y eso para mí a nivel musical es impagable porque es muy gratificante. Si es un proyecto tuyo es muy especial. También cuesta mucho trabajo, porque los músicos no siempre somos personas fáciles. Puede haber muchos desacuerdos. Hay momentos que son difíciles, pero el resultado final es lo que merece la pena.

-¿Y qué prefiere, la intimidad de una formación pequeña o la grandiosidad de una orquesta?

-La orquesta es un mundo y la música de cámara es otro. Mi primer trabajo fue de solista en una formación de cámara, la Kremerata Baltica, con Gidon Kremer, estuve de invitada muchos años. Fue también una persona que me marcó mucho, su filosofía, la manera en que razona como músico, y me pilló en una edad muy joven, tenía 23 años y me impactó mucho en cómo encarar la carrera profesional. Si considero que hay más intimidad en los grupos pequeños, sí, no es comparable. La orquesta es como trabajo de equipo a gran escala, el ensemble es más minucioso. Se va más al detalle. Te grabas y lo escuchas, te vuelves a grabar. Sacamos ideas nuevas, esto lo cambio, esto no me gusta. Es otra manera de trabajar. Y para mí, mucho más gratificante.

-¿El retrato que vemos de las orquestas en Mozart in the Jungle es una exageración? ¿O realmente hay todas esas rivalidades y relaciones especiales?

-La orquesta es un mundo muy interesante y te puedes encontrar gente interesante en muchos sentidos. Sí, es un poco exagerado, obviamente, pero sí que hay esas rivalidades. También depende de cómo te tomes tú las cosas. Es un comportamiento humano sentir rivalidad, tener celos de alguien, admirar a alguien, los celos no vienen nunca sin admiración (ríe). El músico es un alma especial y lo metes tantas horas en una silla de orquesta es algo duro, porque tenemos una personalidad fuerte y no todo el mundo lo lleva bien. De hecho, es algo que se debería de hablar con los alumnos. Lo primero, cómo conseguir un trabajo. Lo segundo, cómo mantenerlo. Creo que es algo muy importante. Es un mundo que no es fácil y es importante decírselo a la gente joven que aún no ha entrado en una orquesta. A mí no me preparó nadie. Tuve que hacerlo a base de experiencia personal. Me hubiese gustado que me hubiesen dado más consejos. Creo que uno al final lo descubre por sí mismo. Cómo lidiar con todos los problemas entre comillas, las diferentes opiniones que puede haber en una orquesta. Ser un intérprete es algo muy personal, no le puedes gustar a todo el mundo, tienes que aceptar que dentro de la orquesta también le gustarás a unas personas y a otras no. Tienes que aprender a lidiar con ello, sobre todo si eres solista, principal, porque estás mucho más expuesta. Llevas más elogios o más críticas, viene a al 50 y al 50.

-¿Y es posible llevar una vida personal al margen de la música? ¿Es mejor compartirlo con alguien en la misma sintonía o con quien esté alejado de ese mundo para poder desconectar?

-Una vez más, depende de la persona. Yo tengo un grupo grande de amigos que no son músicos en Ámsterdam. Pero también tengo grandes amigos músicos. La vida personal. Hay momentos en que puede llegar a ser difícil. Depende en qué punto estés de tu carrera. Hay momentos en que las cosas se tranquilizan y tienes más tiempo para ti mismo, y tiempos en los que no tienes para nadie. Es un equilibrio difícil. A mí me costó y me cuesta todavía. Viene en oleadas. Hay épocas en que no tienes tiempo para dormir o descansar, seis meses de no parar. Y luego vienen dos meses de nada. Me cuesta ese equilibrio, mantener el humor de una manera sana. Cuando estás muy ocupado tienes mucha adrenalina, pero cuando para de golpe es muy difícil no hacer nada, algo que me cuesta mucho. Lo de la vida de pareja es muy complicado. Tiene que ser una persona que entienda, que sea lo suficientemente generosa con tu estilo de vida. Viajas mucho, estudias mucho, porque lo de estudiar no se termina nunca, eso es para siempre y jamás, nunca terminas de aprender y absorber cosas. Me ha motivado mucho tener alumnos para estudiar. Espero no perderlo nunca porque es más que tu profesión, tu misión de vida. El músico está muy solo, en general. Hay amigos que lo entienden y otros que no. En el camino he ganado y perdido amistades. Lo importante es aceptarse.