Es el antro de Lucifer, qué risa

Miguel Anxo Fernández

CULTURA

«El otro lado de la puerta» debería traducirse en un tirón de orejas para su director, el belga Maximo Alexandre,  y para el compositor Joseph Bishara

25 may 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

Dos cuestiones previas. La primera es que Gas Natural-Fenosa, o cualquier otra, harían bien en expandirse a la India, pues no veas lo mal que andan de luz artificial en interiores diurnos y no digamos, nocturnos. Ya... es un recurso del director con la complicidad de su cámara, el belga Maximo Alexandre, para recrear el ambiente necesario, que para algo es una de terror. Pues no, Kubrick no lo hizo en El resplandor (1980), y el filme le salió memorable. O Carpenter, Craven, De Palma y tantos otros de los grandes, cuando tocaron el género. Tirón de orejas también para el compositor Joseph Bishara, el de Insidious (2010) y Expediente Warren (2013), instalado en el registro machacón y efectista, sin apenas respiro al silencio. Alguien debería advertirle que en una de miedo la ausencia de música también tiene premio. A no ser que desee destrozarte los nervios (si así fuera, un diez para él). Son de entrada, fotografía y música, dos muletas atmosféricas que aquí tienen la consistencia del papel? mojado. Y no les cuento de Sarah Wayne Callies, la Lori Grames de The Walking Dead, por lo visto abonada al género. Que un amigo le advierta de rechazar los primeros planos, sobre todo si desea mostrarse afligida y dispuesta a cualquier cosa para encontrarse con el espíritu de su pequeño fallecido en un trágico accidente. Más todavía si resides en la India y tu sirvienta te sopla que sabe de un lugar y de unas gentes con capacidad para comunicarse con los muertos. Un momento flash, con el guion columpiándose, es cuando le advierten que al llegar a la puerta, ojito con franquearla si no quiere provocar el paso del Maligno (Lucifer da para mucho?), siempre dispuesto a hincar el diente a los vivos. ¿Para qué seguir? Hace tiempo que el cine de terror entró en barrena, sometido a un onanismo creativo que lleva a sorprendernos de cómo todavía hay espectadores abonados a estas milongas. Predecible, tópica, de personajes planos y un punto risible. Cierto que el exotismo indio podría abonar el misterio, pero eso requeriría una inteligencia aquí de vacaciones.