«El invierno más largo»

H. J. P. REDACCIÓN / LA VOZ

CULTURA

Ekbäck viaja al siglo XVIII, a una granja en las montañas laponas de Blackåsen, zona de colonos donde sitúa a su protagonista Maija, su esposo y sus dos hijas

26 feb 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

Va fraguando un nuevo subgénero noir en las frías latitudes escandinavas, que combina suspense criminal con gélidas e inquietantes atmósferas que dan paso frecuentemente a indicios o manifestaciones sobrenaturales. Lo extraordinario, a veces, viene dado solo por el poder abrumador de la naturaleza, que se expresa con todo su esplendor en lugares tan ajenos a la huella urbana como Laponia.

Es allí donde tiene sus orígenes familiares Cecilia Ekbäck -criada en Suecia pero afincada actualmente en Canadá-, que, aunque llegada tardíamente a la literatura, ha triunfado con su primera novela El invierno más largo (Wolf Winter, 2015), que Roca trae al castellano. Ekbäck viaja al siglo XVIII, a una granja en las montañas laponas de Blackåsen, zona de colonos donde sitúa a su protagonista Maija, su esposo y sus dos hijas. Son ambas niñas, Dorotea y Frederika, las que encuentran, mientras conducen su rebaño de cabras, el cadáver de un hombre. Maija no se conformará con la explicación, fruto del ansia especulativa por cerrar el asunto, de que la muerte fue causada por el ataque de un oso o un lobo. Enseguida aflorarán oscuros sucesos relacionados con la brujería que nadie quiere recordar y el pasado regresará a empellones, pese a que los colonos desean silenciarlo: nadie está orgulloso de las razones que los han llevado hasta aquel lugar perdido.