Lindberg se sumó a la vigente vanguardia hasta llegar a un cierto eclecticismo, presente en esta pieza, que transmite misterio, desasosiego y crispación, hasta la serenidad
22 nov 2015 . Actualizado a las 05:00 h.Tres obras de Jean Sibelius (y una sorpresa) en este sexto concierto de la orquesta OSG, y estreno en España del 2.º concierto para violonchelo de Magnus Lindberg (1958). Fue el pasado viernes, en el palacio de la Ópera de A Coruña. Lindberg se sumó a la vigente vanguardia hasta llegar a un cierto eclecticismo, presente en esta pieza, que transmite misterio, desasosiego y crispación, hasta la serenidad. Factor importante es el rol del solista, exigente en el orden técnico y en el expresivo, y fundamental la prestación del también finés Anssi Karttunen.
Aunque Sibelius (1865-1957) ironizó sobre los críticos al decir que a ninguno se le había levantado una estatua, hay que reconocer aquí que, si bien con retraso, se le reconoce como sinfonista parangonable a Mahler y Richard Strauss, justos coetáneos. Tres posrománticos, siendo Sibelius nacionalista convencido que bebe de la música popular, en la línea de Smetana y Dvorak. Contribuyó con esa música a acrecentar la identidad de Finlandia y su lengua frente a la colonización rusa y sueca. Abrió el concierto Las oceánidas, poema sinfónico compuesto para su gira por América de 1914, homenaje a las ninfas de todos los mares: bellezas y tormenta. Ocuparon la segunda parte las sinfonías 6.ª (1923) y 7.ª (1924), que Slobodeniouk concibió como una sola obra e interpretó sin interrupción. Están impregnadas de gran lirismo y transparencia constructiva. Sibelius las calificó como pura agua fresca, a su vez serena, corriente y en algún momento agitada. Y tal música pide la cantabilidad más acendrada. Nos llega a través de una orquesta en plenitud y bajo la guía idónea de un director que conoce y siente a Sibelius como cosa propia y transmite sus bellezas y significados con nitidez. Además, una sorpresa: el Vals Triste, magníficamente expuesto, excelente broche al festival Sibelius. ¿También homenaje a las víctimas de París?