El cinematógrafo, la puerta al cine

Nacho Blanco LYON / ENVIADO ESPECIAL

CULTURA

El aparato inventado por los hermanos Lumière, artífice de la considerada primera película de la historia: «Salida de los obreros de la fábrica», cumplió 120 años

14 jun 2015 . Actualizado a las 05:00 h.

Este año se celebra el 120 aniversario del cinematógrafo de los hermanos Lumière, aparato que supuso el empujón decisivo para el nacimiento del cine como hoy lo concebimos. Y ocurrió en Lyon, ciudad francesa que allá por el 1895 medraba al amparo de una pujante industria, especialmente la química, con la familia Lumière a la cabeza. 

El padre de Auguste y Louis Lumière, Antoine, además de empresario fue inventor, faceta que emularon sus hijos. Antoine levantó en Montplaisir, a las afueras de Lyon, una gran fábrica a la que acompañó de un chalé Art Decó, una de las primeras casas de Francia en disponer de calefacción central. A los Lumière les fascinaba la imagen. Ante todo, eran fotógrafos. Y ese anhelo por lograr mejores instantáneas supuso el salto inconsciente al cine. 

Dotar a las imágenes de movimiento se convirtió casi en una obsesión. Ya existían sencillas máquinas que hacían que objetos o personas adquirieran movimiento. Los cafés de finales del XIX se llenaron de toscos aparatos en los que se podía ver un caballo saltando una valla o un felino sobre una presa. El norteamericano Thomas Edison, coetáneo y rival de los Lumière, que trabajaba ya en esa idea, ideó el kinetoscopio y el vitascopio, origen de los proyectores de cine actuales. Los Lumière aceleraron el proceso al concebir el cinematógrafo. Un cajón transportable por el que pasaban negativos sobre una bobina (que había que girar con una manivela) y que era capaz de proyectar las imágenes. 

Su propia fábrica fue el lugar en el que los Lumière realizaron la primera grabación, que pasó a la historia como Operarios al salir de la fábrica, el 19 de marzo de 1895, de la que hay tres versiones (con caballo, sin él y con carruaje), ninguna de las cuales llega al minuto de visionado. Sin embargo, son consideradas la génesis del séptimo arte. Pronto los Lumière adquirieron fama. El 22 de marzo la cinta se expuso en el Café des Capucines de París, con un éxito rotundo. Los pedidos de su cámara se dispararon. Pero su afán inventor les hizo desatender el descubrimiento, afirmando incluso que el cine no tenía futuro, y pusieron todo su empeño al servicio de la fotografía. 

Auguste y Louis sí fueron unos adelantados en el periodismo documental. Encargaron a varios corresponsales -cada uno con su cinematógrafo- recorrer el mundo para retratar sus diferentes paisajes y modos de vida. Así, el propio museo del Institut Lumière expone maquinaria y cientos de imágenes de esos periplos de interés etnográfico y geográfico. Marruecos, India o Congo, todo quedó retratado y el cinematógrafo adquirió un valor didáctico de primera magnitud. 

Mientras el cine avanzaba gracias a otros nombres ilustres, caso de Kodak en Estados Unidos, los hijos mayores de Antoine se empecinaron en dotar a las imágenes de más realismo y darles color. Tarea difícil que consiguieron gracias a sus conocimientos de química, aplicando tinturas sobre los negativos. Así crearon el llamado Autochrome, una maquinaria que imprimía sobre las instantáneas los colores básicos. 

Los Lumière se distanciaron del cine. Su fábrica producía cientos de rollos, pero sus propietarios apostaron todo a las instantáneas. Reconocieron que con su cinematógrafo nunca se hicieron ricos, y prefirieron encerrarse en el laboratorio de fotografía, mientras Kodak les arrebataba mercado. Aún así, la firma mantuvo su prestigio hasta mediados del siglo XX. Louis, Auguste y otros como Le Prince y Edison abrieron las puertas del cine.

El Institut Lumière de Lyon (Rue du Premier Film, 25, Línea D del metro) guarda esta historia con celo. Los restos del antiguo hangar del que salían los obreros hoy forman parte del museo como sala de proyección. Un muro de celebridades, entre las que se encuentra el director manchego Pedro Almodóvar, prolongan el vínculo de Lyon con el celuloide.