Dos joyas de la memoria del horror

JOSÉ LUIS LOSA CANNES

CULTURA

Cannes vivió una jornada memorable al proyectar dos obras firmadas por el francés Claude Lanzmann y el camboyano Rithy Panh

21 may 2013 . Actualizado a las 07:00 h.

Este festival vivió ayer una jornada memorable, al encadenar las proyecciones de dos imprescindibles películas que hablan de sendos estadios supremos del horror del siglo pasado, firmadas por dos empecinados indagadores en ese rescate de la más dolorosa historia reciente, el francés Claude Lanzmann y el camboyano Rithy Panh.

Claude Lanzmann es el autor de la monumental Shoah, película de nueve horas en las cuales, a través de testimonios de víctimas, verdugos y testigos de los campos de exterminio nazi, se erige el gran monumento memoriográfico de lo que fue el genocidio de los judíos por el nazismo. En los casi treinta años pasados desde que entregó aquella obra capital, Lanzmann ha permanecido muy activo, participando en debates y polémicas, pero su obra documental posterior quedó eclipsada por la magnitud del filme por el cual ha pasado ya a los libros de cine y de Historia.

Por eso, lo que ayer vio la luz en Cannes, Le Dernier des Injustes, presentado por un Lanzmann casi nonagenario, es un nuevo e inesperado hito en la reconstrucción de la literatura y la memoria testimonial sobre los campos. Lanzmann presenta un material cuyo origen es la entrevista que realizó en 1975 a Benjamin Murmelstein, el último de los tres presidentes del gobierno judío del gueto de Theresienstdat, en Checoslovaquia, uno de los campos de judíos modelo que el gestor del exterminio, Adolf Eichmann, llegó a negociar para mostrar al mundo.

Y lo que se destapa en este encuentro con la zona gris, con el judío pactista frente al Mal, es una fascinante caja de los truenos, un proceso de develación de las capas de la cebolla que va dejando a la vista verdades escalofriantes sobre culpabilidades a medias, supervivencias deshonrosas, decisiones sobre las vidas de los otros. Un pozo sin fondo que muestra el acercamiento a la realidad de los lager. Pero que, bajo el bisturí de Claude Lanzmann, que regatea a su entrevistado, mantiene con él un pulso de dureza indescriptible, alcanza aquí una nueva cima de dolorosa revisitación del espanto de la condición humana sometida al extremo. Esta proyección de Le Dernier des Injustes, con presencia de la esposa de Hollande, será, sin duda, recordada en el tiempo porque de ella nace una obra que agiganta aún más la figura de Lanzmann como gran indagador en el testimonio deconstruido del Holocausto.

Juego de espejos

Como en un juego de espejos, el programa del festival incluía también a otro memorialista visual del Horror, el camboyano Rithy Panh y su cámara impávida ante la necesidad de contar los años de exterminio de los jemeres rojos de Pol Pot. Tras obras como S21, la máquina de matar o Dutch, centrada en un verdugo de aquel régimen criminal, parecía que poco más podía aportar este cineasta a la exposición al mundo del genocidio camboyano. L?image manquante, sin embargo, es una reelaboración prodigiosa de su modo de contar la aberración del gobierno de Pol Pot partiendo de un diseño naíf, una narración con voz en off de la locura colectiva que asoló Camboya, con una sencillez poética cuyo contraste con la aniquilación que narra, multiplica la capacidad de remover conciencias de L?image manquante.

Frente esas dos colosales obras de trascendencia histórica, el japonés Takashi Miike no tenía fácil llamar la atención con su thriller de violencia extrema Shield of Straw. Ya se sabe que Miike, con su vocación rompepelotas, es un cineasta de lo freak difícil de arredrar.