La mujer no nace, se hace

CULTURA

14 abr 2011 . Actualizado a las 06:00 h.

Decía Simone de Beauvoir que no se nace mujer, se llega a ser mujer. Que no se aterriza en el mundo con todos los lastres que a lo largo de la historia han construido esa cosa llamada feminidad; que el prototipo de mujer, con todos sus accesorios, es una fabricación cultural, y que no existe ninguna trampa biológica que justifique el segundo plano instaurado para ellas en las sociedades patriarcales.

El tratado existencialista El segundo sexo aterrizó de golpe en los años cincuenta con un discurso tildado de subversivo que se propuso analizar a fondo algo tan denso y poco homogéneo como es la condición femenina. El tomo surgió de una anécdota, de una chispa encendida por Jean Paul Sartre, con el que fundó un icono de pareja alternativo al matrimonio convencional y que acabó más o menos igual. Beauvoir aseguró que ser mujer no había supuesto para ella ninguna traba en la vida. «Sin embargo, no has sido educada como un chico, convendría que reflexionases sobre eso», replicó él. Y lo hizo. Y dio a luz un millar de páginas con un conjunto de análisis considerados pensamientos fundacionales del movimiento feminista moderno. Una doctrina que, con sus logros y sus compromisos pendientes, demuestra que la evolución no es una línea recta, sino una senda en zigzag.