Damian Hirst envía una calavera recubierta de moscas a una exposición en París

Ana María Echeverría

CULTURA

03 feb 2010 . Actualizado a las 02:00 h.

El británico Damian Hirst, cuya calavera con más de ocho mil diamantes es la obra de arte más cara del mundo, envió otra cubierta de moscas a una exposición en París consagrada a la representación de la muerte, donde una de las estrellas es un espléndido lienzo de Francisco de Zurbarán.

La muestra ¡Es la vida! De ''Las Vanidades'' de Caravaggio a Damien Hirst , que abre sus puertas hoy en el museo Maillol, reúne más de 160 obras -pinturas, mosaicos, esculturas, joyas y fotografías- que recuerdan al hombre el carácter vano de su existencia de cara a la muerte ineluctable.

«Vanidad de vanidades, todo es vanidad»: esas palabras del Libro del Eclesiastés, en el Antiguo Testamento, han sido reinterpretadas, a través de 2.000 años de historia, por grandes artistas clásicos, modernos y contemporáneos.

Desde el italiano Caravaggio, el español Francisco de Zurbarán y el francés Théodore Géricault, hasta Jean Michel Basquiat, Andy Warhol, Piotr Uklanski y Antonio Saura, pasando por Paul Cézanne, Georges Braque y Pablo Picasso, han reinterpretado el «memento mori» («recuerda que vas a morir») de los romanos.

Figuran también en la muestra un mosaico italiano de Pompeya, del siglo primero después de Cristo, una Naturaleza muerta de Cézanne, con una calavera y un candelabro, y otra de Picasso y un autorretrato del estadounidense Robert Maplethorpe, que es un testimonio directo del joven artista que va a morir de sida a los 42 años.

Maravillosa sorpresa

Además, suntuosas joyas con calaveras incrustadas en diamantes, cruzadas por serpientes, una calavera del chino Yan Pei Ming y un Cupido dormido , realizado por Genovesino hacia 1652.

El hilo conductor de la exposición, que reúne calaveras, espectros, huesos y esqueletos hasta en las joyas del veneciano Codognato, es la obsesión contradictoria de carpe diem (disfruta hoy), y la vanidad de poder, del saber, de la vida, ante el hecho de que todos acabaremos en polvo.

Pero según Patrizia Nitti, directora artística del museo Maillol, la calavera de Hirst es «la maravillosa sorpresa» de esta exposición.