Alejandro Vergara, experto en Rubens: «Las redes sociales animan a ver las obras en directo en el Museo del Prado»

Elena Silveira
Elena Silveira A CORUÑA

A CORUÑA CIUDAD

Alejandro Vergara
Alejandro Vergara

El jefe de Conservación de Pintura Flamenca y Escuelas del Norte hasta 1700 en la institución inicia este jueves un ciclo de charlas que organiza la Fundación Barrié. Él hablará sobre el pintor flamenco.

02 mar 2023 . Actualizado a las 10:12 h.

El currículo de Alejandro Vergara Sharp (Washington, 1960) es interminable. Pero se puede resumir destacando que es licenciado en Geografía e Historia (especialidad Historia del Arte), por la Universidad Complutense de Madrid y doctor en Historia del Arte por el Institute of Fine Arts de la Universidad de Nueva York, con una tesis doctoral dedi­cada a la relación de Rubens con ­España (1994). Por eso no es de extrañar que, a día de hoy, sea el jefe de Conser­vación de Pintura Flamenca y Escuelas del Norte hasta 1700 del Museo Nacional del Prado. Y, por supuesto, lo sabe todo sobre Rubens, uno de los pintores barrocos por excelencia. Sobre él hablará este jueves, y los días 9, 16, 23 y 30 de este mes, a las 20.00 horas en la sede de la Fundación Barrié en A Coruña, en el ciclo de conferencias Pedro Pablo Rubens organizado por la Fundación Barrié en colaboración con la Fundación Amigos del Museo Nacional del Prado.

—¿Qué es lo que más le atrae del artista desde siempre?

—Es una pregunta difícil de contestar. Mi atracción por Rubens, como por muchos otros pintores, es el gusto por su pintura de forma intuitiva, por una comunicación o sensación que uno siente. Y eso, con el tiempo, lleva a convertirse en su profesión cuando uno decide especializarse.

—¿Por qué eligió Rubens para especializarse?

—Yo estaba estudiando en Nueva York y fue uno de mis profesores el que volvió mi mirada hacia Rubens. También pudo influir que, de niño, visitaba mucho el Museo del Prado, donde está la mayor colección de este artista. Una cuestión es su arte que, sobre todo expresa plenitud, intensidad.... y esa es una manera de estar en la vida y en el mundo: sentir felicidad ante la belleza, ante el amor, comprensión ante el deseo, dolor ante la pérdida. Rubens fue una persona intensa e hipersensible, capaz de llevar todo ello a su pintura. Y cómo transmite todo eso a través de su obra, de cómo hace que aumente nuestra sensibilidad también, es un misterio.

—¿Eso es lo que más le sedujo de él?

—Es un personaje muy grande. Es el pintor más importante, de mayor éxito e influyente de su época, algo que reconocían sus contemporáneos. Y ya solo eso e intentar entender el porqué tiene interés. Fue uno de los mayores sabios sobre la antigüedad grecorromana, y ese conocimiento implica una manera diferente de entender la vida a la nuestra. De hecho, yo acabé estudiando filosofía gracias a Rubens. Fue un hombre con muchas facetas. Un prisma.

—En general, existe el concepto de que los pintores a penas ganaban dinero con sus obras, que prácticamente eran mendigos. Pero Rubens fue un maestro, un erudito, perteneciente a la oligarquía de Flandes. Católico y exponente de la Contrarreforma, también fue diplomático que retrató a reyes y reinas. ¿En este sentido se puede considerar un pintor político?

—Es una paradoja. Él sabía que para tener éxito tenía que acercarse a la corte. Lo aprendió de Tiziano y también lo hizo Velázquez, Caravaggio. Todos los pintores de la época lo intentaron, pero lo consiguieron muy pocos. Era el espacio al que tenían que acercarse para triunfar: trabajar para el poder. Sin embargo, en el caso de Rubens, cuando muere en su casa aparecen 200 cuadros suyos que no vendió, entre ellos Las tres gracias y El jardín del amor, que están en el Museo del Prado. Por lo tanto, en él hay una parte de trabajo muy importante de índole personal, en el que trataba el amor como lo hacían los pintores antiguos. Esos dos cuadros, por ejemplo, están en el Prado porque Felipe IV estaba obsesionado con Rubens y le compró las dos obras a su viuda.

—¿Hay alguna cuestión que haya que desmentir sobre Rubens, su técnica o su obra?

—Las casas de subastas y aficionados dicen que arte antiguo y los grandes maestros no valen tanto o no se venden tan caros como el arte contemporáneo. Pero eso no es cierto. Hay que tener en cuenta que estos cuadros están en las colecciones reales o públicas desde hace siglos y que nunca pudieron salir al mercado. Recuerdo que en una ocasión salió en prensa que un Rubens se vendió por 73 millones de euros, uno de los más caros en subasta. Y pasaría lo mismo con Leonardo, con Velázquez... eso pasa Por eso

—¿Los medios digitales, internet... son algo positivo para difundir el arte?

—Sí, claro que sí. Muy positivo. Especialmente las visitas virtuales porque acercas el arte a millones de personas. De hecho, todas las mañanas el Museo del Prado, a las 08.50 horas, antes de que se abran las instalaciones, se emiten en directo a través de Instagram aspectos de algún cuadro en concreto. Y en esos 10 minutos nos visitan cada mañana 120.000 personas. Y cuando se hace un TikTok, que dura tan solo unos segundos, nos ven hasta medio millón de personas cada día. Esto es un ejemplo de lo bien que se puede difundir el arte a través de las redes sociales. Pero comprobamos, al mismo tiempo, que eso no sustituye el hambre de ver el original, sino que es un complemento.

—Es decir, que internet no sustituye las visitas a un museo.

—No, no. Tenemos más de 1 millón de seguidores en Instagram en todo el mundo, la mayoría en Estados Unidos y en Sudamérica, que saben que nunca van a poder venir al museo. Pero al mismo tiempo, las redes sociales animan al público a venir al Prado para ver las obras en directo. En la sala dedicada a El Bosco, por ejemplo, pusimos una pantalla en la que se reproducen entre 20 y 30 detalles minúsculos, algunos de tan solo 2 o 3 centímetros. Y es una buena noticia que la gente quiera venir al Prado para ver el original, para comprobar las texturas, el tamaño real del cuadro... detalles que no se pueden apreciar desde la distancia.

—¿Cómo introduce uno la pintura de Rubens a la gente joven o a los niños?

—Hacerlo con un niño... es difícil. Pero los educadores lo hacen bien. Con un adolescente es más fácil introduciéndoles en temas que les causa interés, como que la diosa Venus, que lo puede hacer todo, es incapaz de retener a su lado a un chico, y cómo pinta Rubens esa situación que hace presagiar un drama. Me gusta convencer a alguien que no tiene especial sensibilidad sobre Rubens lo especial que es su personaje y su pintura, y eso en unos minutos se puede conseguir.

—¿Cree que causa más interés la pintura moderna que la antigua, especialmente entre los jóvenes, los estudiantes?

—Habría que ver si esa noción es correcta. Pero sí es verdad que los estudiantes conocen más la pintura del siglo XX o XXI que la anterior. Tiene lógica que es más atrayente estudiar lo próximo. Pero también hay que recordar que el Museo del Prado recibe 3 millones de visitantes al año, y también son llamativas el número de personas que van al Louvre en París o al Metropolitan de Nueva York, donde se forman grandes colas para ver arte antiguo. En El Prado, por ejemplo, tenemos arte hasta 1881, la fecha de nacimiento de Pablo Picasso en el que, por cierto, tuvo mucha influencia Rubens. Y en el Reina Sofía está la colección de arte contemporáneo.