Un buque escuela hecho a mano

fernando molezún A CORUÑA / LA VOZ

A CORUÑA CIUDAD

PACO RODRÍGUEZ

«Sailing The Farm» recala en el puerto con la intención de dar la vuelta al mundo con tripulantes noveles

20 oct 2016 . Actualizado a las 10:29 h.

El Sailing The Farm parece un velero de madera, pero está construido en metal siguiendo los patrones de construcción náutica más tradicionales. Y flota. De hecho, pretende dar varias vueltas al mundo con tripulación que nada sepa de navegación. Y desde ayer está en nuestro puerto, en los pantalanes del Parrote. Detrás de esta maravillosa locura está Johnny Birklund, el capitán del buque. Este noruego dejó un buen día su prometedora carrera informática en China y decidió montar una granja en su país natal donde dar cabida y enseñar a voluntarios que quisieran vivir la experiencia de la autogestión. El motivo de semejante cambio es sencillo: «Esto es mucho más interesante que los ordenadores», explica el capitán, que en su estancia en China se hacía llamar Zeyang Lin: «Viene a significar algo así como persona que ama el mar», aclara.

Ese amor se tradujo en este barco, Sailing The Farm, construido íntegramente a mano con material de desecho, básicamente aluminio, ensamblado y forjado por los alrededor de 300 voluntarios de todo el mundo que pasaron por su granja, de los cuales más de 200 eran mujeres. Entre los constructores estuvo un coruñés, Carlos Junquera: «Buscaba un programa de voluntariado en temas de sostenibilidad y di con esta granja a través de la web de Help Exchange (HelpX). Allí trabajé con las gallinas, la huerta y, por supuesto, construyendo el barco», recuerda.

Fueron ocho años de trabajo que han culminado con la botadura de este buque cuya intención es navegar constantemente, dando vueltas al mundo, «hasta que se hunda, que esperemos que ocurra dentro de muchos años», explica el capitán. La tripulación la conforman seis personas que van rotando en cada puerto: «Esa es la filosofía del barco, dar oportunidad de navegar y aprender lo que es el mar a todo el que quiera vivir esta experiencia», cuenta Birklund. Eso implica que, al margen del propio capitán, a bordo nadie tiene ni idea de lo que es un barco: «Eso es algo complejo, pero se aprende rápido. Más vale que sea así, porque aquí no hay tiempo que perder», apunta.

Una de esas voluntarias es Andrea Ortiz, catalana que va a permanecer a bordo hasta que recalen en Canarias: «No había navegado jamás, pero mientras tengas ganas, la cosa funciona. Aprendes a la fuerza», asegura.

Tormentas de fuera y de dentro

Partieron hace siete días de las costas británicas y se quedarán tres días en nuestro puerto. «La travesía tenía que haber sido de cinco días, pero nos encontramos con muy mal tiempo en el golfo de Vizcaya. De hecho, hoy es la primera vez que vemos el sol en una semana. Y la primera vez que nos duchamos», dice entre risas el capitán. Aunque no son las inclemencias meteorológicas lo que más teme la tripulación: «Las tormentas de fuera no son nada comparadas con las que pueden surgir dentro del barco. Es un espacio muy reducido y hay que aprender a convivir. Esa es parte de la formación que brinda esta experiencia».

Tras A Coruña recalará en Lisboa, después irá hasta las Canarias y de allí partirá hacia Brasil. «Ahí lo complicado es la gestión del agua. Hay que racionarla, tanto para su consumo como para las duchas. Y en medio del océano si uno de harta no tiene puerto cercano en el que desembarcar», advierte Birklund. Y de Sudamérica, a dar la vuelta al mundo. Si alguien quiere apuntarse, que consulte su página de Facebook. Será bienvenido, aseguran. Tiempo sobra para alistarse. «Es el destino de este barco, navegar para siempre», remarca el capitán.